Mientras que los profesionales de salud se manifiestan en Madrid en su 96 edición en defensa de la Sanidad Pública madrileña, Isabel Díaz Ayuso, presidente regional, no ve un “problema sanitario”.
Más bien, ve “un problema político que intenta que no se solucione un problema laboral”.
Así afrontaba las preguntas de los periodistas tras su participación en la X Asamblea Nacional de Los Pueblos Más Bonitos de España, en Chinchón.
Aludía a la huelga de médicos y pediatras de Atención Primaria y al encierro que algunos miembros del comité de huelga protagonizaron en la Consejería de Sanidad.
Un encierro que Ayuso llegó a tildar de “muy infantil”.
En ese encierro, el comité de huelga exigió un “interlocutor válido” en la negociación. Unas conversaciones que llevan encalladas desde el principio porque las posturas se mantienen alejadas, aunque el mayor escollo está en la agenda de los facultativos.
Mientras que los profesionales exigen un máximo de 31 pacientes diarios y un tiempo de atención de diez minutos, la Consejería no mueve ficha.
Para cumplir con esas reivindicaciones de las condiciones laborales deberían contratarse decenas, si no centenares, de nuevos médicos y pediatras.
Sin embargo, Ayuso argumenta que, cuando llegan a negociar, “lo primero que cuentan es que van a prolongar las huelgas hasta abril, hasta las elecciones”.
“Eso sí, ni los viernes ni los lunes”, ironizó la presidente regional. Criticó, asimismo, que “su intención es, incluso, imponer quién tiene que ser el interlocutor”.
Para colmo, para ella, claro, van “cambiando los requisitos”. Así las cosas, concluye, “lo que están buscando siempre es hacer este ruido”.
Además, les acusa de haber ido a una reunión con la Consejería cuando ya “tenían previsto encerrarse y quedarse en un espacio público”. “Esto no son formas”, aseguró.
Entretanto, los facultativos piden revertir la situación actual. No sólo se manifiestan médicos y pediatras. Lo hacen enfermeros y enfermeras, celadores, personal de los actuales Punto de Atención Continuada (PAC)… y ciudadanos.
Hay que ser muy ciego y muy sordo, o muy cínico, para ver sólo un “problema político”.