Margarita Nelken y Mansbergen

 Por Eusebio Lucía Olmos.
Hija de un judío alemán y una francesa emigrados a España. El padre era dueño de una joyería en Madrid, donde nació Margarita el 5 de julio de 1894, en la calle Barrionuevo, 3 y 5 (después, Conde de Romanones). Su abuelo materno era relojero de Palacio, con relojería-joyería en la Puerta del Sol nº 15. Fue la hermana mayor de la también escritora y destacada actriz Carmen Eva (“Magda Donato”). Estudió en el Liceo Francés su bachillerato, así como este idioma y el alemán, al mismo tiempo que aprendía piano y armonía, junto a dibujo y pintura de la mano de Eduardo Chicharro. Publicó su primer artículo a los 15 años en la revista londinense “The Studio”, sobre los frescos de San Antonio de la Florida. El siguiente sería sobre El Greco, en “Le Mercure de France”. Mujer físicamente atractiva y de gran sensibilidad y cultura, se inclinó en un principio por las actividades artísticas, marchando muy joven a París donde alternó la pintura con su colaboración en varios periódicos, recibiendo al mismo tiempo enseñanzas de música. Su vida y costumbres chocaban con los prejuicios de la época, pues, entregada por entero al arte, es admitida en el estudio parisino de Marie Blanchard, participando en varias exposiciones, tanto en París como en Viena, Barcelona y Bilbao. Pero, la debilidad de su vista le obligaría a abandonar la práctica de la pintura en 1917, dedicándose a partir de entonces a la crítica de arte en las más importantes revistas del mundo, así como a pronunciar conferencias.
En 1915 había nacido su hija Magdalena, a quien registró en Vallecas dos años más tarde con el apellido Nelken, por lo que todo parece indicar que fuera hija del afamado escultor Julio Antonio, bohemio, excéntrico y con gran atractivo para las mujeres, con quien mantenía relaciones y cuya temprana muerte en 1919 produjo en Margarita profunda pena. Fue testigo directo de los levantamientos revolucionarios de 1918 en Alemania y Austria-Hungría, que la llevaron a tomar una conciencia social y feminista muy profunda a su regreso a España. En 1919 publicó su libro “La condición social de la mujer en España: su estado actual, un posible desarrollo” (Barcelona, Minerva), y fundó en el barrio madrileño de Las Ventas la primera “Casa de los Niños” que hubo en España para recoger hijos legítimos e ilegítimos de madres trabajadoras. La “Casa” llegó a contar con 80 niños, pero los infundios y bulos sobre sus fines se extendieron con rapidez, obligando a que la fundadora se encontrase pronto sin apoyo material ni moral, por lo que decidió cerrar el local antes de aceptar la ayuda monetaria de un noble a cambio de la sustitución del personal laico por religiosas. Publicó varias novelas, hizo traducciones y escribió artículos para numerosas revistas extranjeras y españolas: “The Studio”, “Le Mercure de France”, “La Esfera”, “Nuevo Mundo”, “Blanco y Negro”, etc. Al mismo tiempo, incrementó sus colaboraciones sobre crítica de arte en diversos periódicos españoles y del extranjero: “Los Lunes del Imparcial”, “El Fígaro”, “El Día”, “La Razón” de Buenos Aires, “Goteborg Handelstidning” de Suecia…
En marzo de 1921 nació su hijo Santiago, fruto de la relación mantenida con el aristócrata sevillano y diplomático Martín de Paúl y de Martín Barbadillo, que ejerció de cónsul español en Berlín y Amsterdam. Mientras vivieron en Madrid, tuvieron como domicilio la Avenida de Menéndez Pelayo, nº 29, en un piso con unas espléndidas vistas a El Retiro. En 1918 habían escrito ambos en “Renovación Española” – revista semanal ilustrada de los germanófilos españoles, impulsada por los servicios de propaganda alemanes –, él sobre temas económicos y antibelicistas, y ella artísticos. Impartió conferencias en el Atenéo, Museos del Prado, de Arte Moderno, Romántico de Madrid y el Louvre de París, siendo encargada de los cursos de arte del Museo del Prado y nombrada vocal del patronato del de Arte Moderno de Madrid, cometidos que desempeñaría hasta 1936. Pero sus conferencias sobre pintura se fueron pronto alternando con otras sobre feminismo y cuestiones sociales, impartidas en las agrupaciones obreras y en las Casas del Pueblo de toda España. Colaboradora también del elitista Lyceum Club, una de sus excelentes conferencias – sobre los favoritos de los monarcas –, pronunciada en Ateneo de Oviedo durante la dictadura, acarreó la inmediata clausura de esta entidad por orden gubernativa.
El fracaso de la experiencia de la “Casa de los Niños”, su contacto con la clase obrera, la situación de esta clase social en España y su comparación con la de otros países, la llevó a acercarse, tras la proclamación de la República, al partido socialista – junto con María Lejárraga –, concretamente a su ala izquierda, liderada por Largo Caballero. Intervino de palabra y por escrito en conflictos obreros, dirigiendo la primera huelga femenina que hubo en Madrid (las cigarreras), y publicando un artículo diario en “El Socialista”. Fue elegida diputada por Badajoz en la candidatura del PSOE en octubre de 1931, por 29.419 votos, en la repetición de las elecciones para cubrir las vacantes producidas por la renuncia de los diputados que en junio habían obtenido actas dobles. Pero, la presentación de su acta ante la Cámara dio lugar a un importante debate debido a su origen extranjero y carecer de nacionalidad española, según una protesta que contra ella había formulado el diputado radical Diego Hidalgo. Anecdóticamente, tampoco estaba formalmente afiliada al PSOE, pues la Agrupación Socialista de Badajoz había decidido presentar una mujer, por carecer de representación femenina la minoría socialista en el Parlamento, y la designación se hizo sin conocer sus circunstancias personales. Su defensa fue llevada a cabo por Victoria Kent y el señor Casanueva, decidiéndose el Congreso admitirla como diputada si formulaba su deseo de adquirir la nacionalidad española. Quedó el asunto solucionado en ambos sentidos, al contraer matrimonio con su pareja – el ciudadano español Martín de Paul y de Martín Barbadillo –, una vez conseguido por éste su divorcio, a la vez que, tras una gran polémica en la Agrupación Socialista de Madrid, se le concedió el ingreso en el PSOE con fecha de pocos días antes de su elección como diputada. La solución de tal contratiempo retrasó su incorporación a las tareas parlamentarias, hecho que no se produjo hasta el 18 de noviembre de 1931, jurando inmediatamente su cargo, aunque su actividad parlamentaria en estas primeras Cortes no fue muy intensa.
Por tal motivo, no pudo estar presente en las sesiones del debate entre Clara Campoamor y Victoria Kent sobre el voto femenino. Sin embargo, cuando el 1 de diciembre se discutía de nuevo este asunto, no acudió a la Cámara, por ser partidaria de la teoría de que la mujer española no estaba preparada –“espiritualmente emancipada”– para adquirir el derecho del sufragio, que sería utilizado por otros con fines reaccionarios. Defensora del divorcio y de la libertad sexual para las mujeres, fue también criticada por ello por sus contemporáneos, que no aceptaban sus costumbres liberales, siendo acusada de prostituta y ninfómana. Más que defensora del feminismo socialista lo es de un feminismo popular, pues en su dedicación parlamentaria denunció las inhumanas condiciones de trabajo en los latifundios, y pidió la expulsión de las monjas de hospitales y asilos debido a su manifiesta incompetencia, lo que le valió grandes ataques de la derecha. Formó parte de la Comisión de Instrucción Pública desde junio de 1932 a octubre de 1933, participando en el XIII Congreso del PSOE, en octubre de 1932, donde fue elegida vicepresidenta del mismo, por lo que fue miembro de la Comisión sobre «El Socialista y la prensa socialista». Desde agosto de 1931 a 1934 fue cronista parlamentaria de “El Socialista”. Siendo ya directiva del Ateneo de Madrid, en marzo de 1933 fue nombrada vicepresidenta del Jurado Mixto Nacional del Monopolio de Petróleos.
No hay constancia de su pertenencia a la masonería, volviendo a ser elegida diputada por Badajoz en las elecciones de 1933 y 1936, consiguiendo ser la única mujer que lo fue en las tres legislaturas republicanas. En la de 1933-1936 formó parte de las Comisiones de Presidencia y de la de Pensiones, y en la de 1936-1939 de la de Instrucción Pública. Fue asimismo miembro del Consejo de Instrucción Pública, representando a España en las reuniones internacionales a las que se la convocaba. En 1933 pertenece al Comité Nacional de Mujeres frente a la Guerra y el Fascismo (“Mujeres Antifascistas”). A raíz de los sucesos de octubre de 1934 – en que trasmitió las órdenes de huelga en Extremadura, por lo que se le levantó la inmunidad parlamentaria, pidiéndosele 20 años de cárcel –, logró salir disfrazada del país, gracias a la caracterización que le hizo Margarita Xirgú, y la ayuda prestada por la embajada de Cuba en Madrid. Se refugió en la URSS, tras su paso por París y los países escandinavos, en los que pidió la intervención de sus gobiernos para evitar los fusilamientos de los dirigentes mineros asturianos.
Al producirse la rebelión militar permaneció en España unida ideológicamente al Partido Comunista, al que se afilió en diciembre de 1936, formando parte del Comité de Auxilio Femenino y del Nacional de Mujeres Antifascistas, presidido por Dolores Ibarruri, y conformado, entre otras, por Matilde Huici, Victoria Kent, María Lejárraga e Irene Falcón. Criticó la falta de funcionamiento del partido socialista y la incompetencia de Caballero, y en la órbita comunista rivalizó con la Pasionaria. El 7 de noviembre de 1936, en los bombardeos de Madrid, se dirigió por radio a todos los madrileños animándoles a su resistencia. En 1937 participó en Valencia en el Congreso de Escritores Antifascistas, junto a María Teresa León, Anna Seghers y Matilde de la Torre. En septiembre de 1938 viajó a México para participar en el Congreso Internacional Antifascista, en el que ostentaba la vicepresidencia. Siempre fiel al gobierno republicano, fue la única diputada que formó parte de la reunión de la últimas Cortes de la República, celebradas en Figueras en febrero de 1939. Al término de la guerra abandonó el país a pie por La Jonquera, reuniéndose con el resto de su familia en París –madre, hija, hermana y nieta– con quienes a finales de 1939 embarca rumbo a México.
Siguió participando en las iniciativas políticas del exilio como “diputada” comunista hasta su expulsión del PCE en 1942, y luego como presidenta del Patronato Pro-Presos de Franco. La muerte de su joven hijo en el frente ruso de Leningrado en 1944, ocultada por los soviéticos durante un año, fue un duro golpe para ella. En México retomó, como forma de ganarse la vida, su dedicación al trabajo intelectual, que había postergado en los años de intensa actividad política. Trabajó en la Secretaría de Educación Pública, siendo muy valorada su crítica de arte en la prensa mexicana, sobre todo en el diario “Excelsior”, donde publicó un artículo diario durante más de 27 años. Colaboró también en otros muchos medios mexicanos – “El Día”, “Hoy”, “Siempre”, “Revista Internacional y Diplomática”, “Revista de Revistas”, “Cuadernos Americanos”, “Artes de México” – y de otros países hispanoamericanos, como “Relator” de Cali, “El Tiempo” de Bogotá, “El Nacional” de Caracas. A la vez, publica mucho: “Tres tipos de vírgenes”, reedición de sus conferencias sobre el Museo del Prado de 1929, “Goethe: historia del hombre que tuvo el mundo en las manos”, y dos obras de contenido político: “Las torres del Kremlin” y “Primer frente”, así como numerosas traducciones del francés. En 1948 regresó a Europa para participar en el Congreso Interparlamentario de Roma, impartiendo conferencias por varios museos europeos, para regresar a México tras residir un año en París.
A su regreso continúa dando conferencia y mítines – apoyando, por ejemplo, a las feministas que solicitaban el derecho al voto, concedido finalmente por el gobierno a las mujeres mejicanas en 1953 –, y trabajando en el Ministerio de Educación hasta su muerte, en 1968, no sin antes haber tenido que sufrir la pena de la muerte su hija Magda. Entre el resto de sus obras literarias se pueden destacar: “Glosario” (obras y artistas); “La condición social de la mujer en España” (1921), por el que recibió en su momento duras críticas de parte del clero, capitaneado por el obispo de Lérida, debido al capítulo en el que habla de la prostitución; la novela “La Trampa de Arenal”; el ensayo psicológico sobre la mujer “En torno a nosotras”; y “La condición social” (1919) y “La mujer ante las Cortes Constituyentes” (1931), en que se opone al sufragio femenino, por estar sometidas a la Iglesia. Pero la obra que más satisfacción le produjo fue “Las escritoras españolas”, de la que se ocupó abundantemente la prensa nacional y extranjera. Muere en México DF, el 9 de marzo de 1968.


Fuentes.- Diccionario Biográfico del Socialismo Español (FPI); Notas biográficas de la propia Margarita Nelken, Antonina Rodrigo, Aurelio Martín Nájera y Eusebio Lucia Olmos.

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