Los Reyes Magos se despiden de España tras dejar millones de regalos

El origen de esta tradición se forjó en los evangelios apócrifos y durante el medievo.
Magia, magia. Sobre todo la magia es lo que ha envuelto esta pasada noche. Sobre todo, ilusión es lo que se ve en los rostros de los niños y alegría en la de jóvenes, padres y abuelos. Y cada año nos vuelve a la memoria quiénes son los Reyes Magos, que ni eran reyes, ni eran magos, ni eran tres ni, seguramente venían de Oriente. El mismo Benedicto XVI, en su libro La infancia de Jesús, dice que, probablemente, provinieran del reino ibérico de Tartessos, situado por los historiadores en algún punto entre Huelva, Sevilla y Cádiz. O sea, que los Reyes Magos eran andaluces, y no es un chiste.
Pero, vayamos por partes sin apartarnos de la magia y la ilusión, pero aportando un cierto rigor histórico, dentro de la rigurosidad que pueda haber en una costumbre que cuenta ya con más de 2.000 años. Y es que la Biblioteca Nacional de España, BNE, puede arrojarnos mucha luz, al menos que explique el porqué de esta longeva tradición, ya que alberga en su interior numerosas obras que nos ilustran acerca de ella.

Solo los menciona el apóstol Mateo
Para empezar, solo se menciona a los tres Reyes Magos en el Evangelio según san Mateo, y lo hace de un modo breve. En él solo se habla de unos magos, no se refieren nombres concretos y ni siquiera que fueran reyes o fueran tres. Se narra que unos magos llegaron de Oriente a Jerusalén buscando al rey de los judíos, nacimiento que les ha sido anunciado por una estrella. Se presentan ante el, entonces, gobernante de Palestina, Herodes el Grande, quien les interroga y al que prometen regresar una vez encontrado el niño para que él también pueda ir a adorarlo. La estrella que les había guiado hasta entonces se detiene en un lugar concreto donde ven al niño con María; se postran ante él y le ofrecen oro, incienso y mirra: oro, propio de reyes, incienso, aroma que solo se ofrecía a las divinidades, y mirra, sustancia que se untaba en los cuerpos de las personas que morían, con lo que manifestaban que el niño también era hombre y que habría de morir para redimir a la Humanidad.
Advertidos en un sueño de que no volvieran ante Herodes, se marcharon por otro camino. Días después se produjo la Matanza de los Inocentes, perpetrada por Herodes, previa huida de María, José y su hijo, Jesús, a Egipto. Estas son, por tanto, las únicas referencias explícitas al viaje de unas personalidades, sin duda relevantes, venidas desde lejos para adorar al niño recién nacido.

Los evangelios apócrifos van dando forma al mito
Para empezar, el término mago significa en realidad astrólogo, es decir, especialista en el firmamento, y ya que, en sí, el término tenía una connotación negativa, Tertuliano, en el siglo III, fue el primero en darles el tratamiento de Reyes. Posteriormente, a lo largo de la Edad Media, se fue configurando la leyenda tal y como la conocemos hoy día.
A pesar de que otras culturas especularon con que fueron doce, como así decía la Iglesia siria, por las doce tribus de Israel y los doce apóstoles, finalmente se impuso la tradición de tres por varias razones: por las tres ofrendas citadas en el Evangelio, oro, incienso y mirra; porque servía más para el simbolismo trinitario, la Sagrada Trinidad; y porque representa las tres partes del mundo conocido en la Edad Media, Europa, Asia y África.

Melchor, Gaspar y Baltasar
Sus nombres aparecen por primera vez en el mosaico de San Apolinar el Nuevo de Rávena, en el siglo VI, y donde Baltasar es blanco, como siguió siéndolo hasta el siglo XVI, en que, para simbolizar la expansión de la Iglesia a otros continentes, Baltasar debía ser representado como africano. Se les consideraba protectores contra la epilepsia, y de los viajeros y los peregrinos. Sus iniciales se usaban en las puertas de casas y establos el día 6 de enero para proteger a personas y animales contra demonios y brujas. A primeros del siglo XIII el culto a los Reyes Magos se había extendido ya por toda Europa.
Son muy numerosas las obras literarias y pictóricas que hablan de esta leyenda y la Biblioteca Nacional de España custodia muchos de estos testimonios artísticos, entre los que destaca el Libro de horas Clinton, elaborado en Francia alrededor del tercer cuarto del siglo XIII, el Brevario de amor de Matfré Ermengaud, de en torno al año 1400 en Cataluña, y la escena más común conocida, la Epifanía o Adoración de los Reyes Magos, sin olvidar los numerosos evangeliarios italianos del siglo XII o franceses del siglo XVI.
En cualquiera de los casos, leyenda o no, hoy es un día para disfrutar de la ilusión, la magia, el roscón, el chocolate y la compañía de familia y amigos. Que los Reyes Magos hayan dejado muchos regalos junto a zapatillas, zapatos o calcetines.

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