Ella buscaba en las baldosas el sentido de la vida. Los pasos lentos, la cabeza gacha. Las noches largas, la vida corta, mañanas iguales, tardes insignificantes.
Una noche vio reflejada una estrella en un charco, y se enamoró de ella. La fotografió, la enmarcó y la llevó siempre consigo. Pasado un tiempo con su tesoro, lo quiso compartir con un amigo y este le indicó el cielo estrellado. Desde entonces solo mira hacia arriba buscando su luz fosforescente. Ahora no ve por dónde pisa con los ojos vueltos hacia el firmamento, tropieza a menudo, pero siente que la guía una luz a la que está atada.
Me ha encantado!
Todas las noches hay estrellas .
Todos los días sale el sol!,