Lleva el bolso lleno, de presagios y de afectos en fotos, sol en las gafas, de nervios en los cigarrillos por fumar, y de calidez en las llaves de casa, de coquetería en el pintalabios, de precaución en los pañuelos. Lleva el bolso repleto de vida y cuando se lo arrebatan en plena acera, le quitan un poco de sí misma y se siente desnuda, vieja y desamparada, sola y desgastada.
Pero decide que es buen momento de hacer limpieza y no reponerlo todo, que pesan demasiado los recuerdos marchitos y los amuletos que nunca ganan ni evitan el tirón, y compra lo necesario, convencida de que no ha sido para tanto. Se hará fotos nuevas y aparecerá con la cara del ahora y no con aquella que le recordaba tanto la tristeza de la pérdida de un ser querido. Y se mece en la alegría de reponer y se engarza en la novedad que buscar y se dice que eso le pasa a cualquiera, y busca un nuevo bolso más difícil de robar y se siente nueva, total, no llevaba apenas dinero y ha anulado las tarjetas.
y se dice que eso le pasa a cualquiera.
Qué bueno, AR, mi aplauso.