Los relatos de Aina. “Gafas de ver”, por Aina Rotger.

Aina Rotger Carlón.

Fue al oculista y tras esperar en la consulta durante más de una hora el médico le recetó unas gafas graduadas, y con ellas puestas lo vio todo más claro, la cara de peluche desgastado de su marido, la soberbia de su hija que tapaba con quilos de maquillaje las lágrimas monótonas de un matrimonio aburrido, el vacío de su hijo acumulando gadgets electrónicos que compraba y vendía a china sin ton ni son. En definitiva, el precipicio de una madurez que se le venía encima con color de piscina sin agua, melodrama de película barata y sin imaginación +. Ante esa frialdad de la realidad y tras una semana de ver el moratón de la vecina y el color rojo vino barato de las mejillas de su suegra cada vez mas delgada, decidió quitarse las gafas. Fue una decisión sabia porque así eludió también el polvo acumulado en los muebles y la grasa del extractor y empezó a sumirse en una nube rosa de recordarse de niña soñando ser una científica que viajaba en roulotte por todo el mundo haciendo experimentos, y se vio con su madre dándole el beso de buenas noches mientras la endulzaba con un bolero susurrado a media voz. Su marido volvió a ser esa imagen indefinida que le provocaba ternura. A sus hijos los aceptó como eran ya que como adultos poco más podía hacer por ellos más que esa comida insulsa y mal cortada que le salía los domingos, eso sí adornada con la sonrisa más dulce que le había dejado el quitarse las gafas y ver solo nubes blandas.

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