El dolor te hace más fuerte.
Los que han sufrido son más sabios. Padecer te convierte en mejor persona.
Y, sin embargo, las madres eliminan obstáculos y advierten de peligros, no quieren que sus hijos sufran y si así sucede se lamentan. Por algo será.
Por eso Estela, pese a haber tenido una vida feliz aprendió de los libros y de los buenos maestros a ser mejor persona, de sus profesores el trabajo y la sabiduría, y de su familia la fuerza. Aunque su vida no fue digna de una novela por no tener conflictos, apareció en este cuento traída por el viento de la contradicción.