Los que nos cuidaron

Carolina Gutiérrez Montero.

Por Carolina Gutiérrez Montero (investigadora biomédica)
Vivimos en un mundo en el que la ciencia avanza a pasos agigantados y donde la esperanza de vida tenderá a aumentar considerablemente en los próximos años gracias a estos avances científicos que están por llegar.
La idea que nos ronda a muchos en la cabeza, científicos o no, es la de cómo será esa prolongación de la vida. Si se traducirá en un envejecimiento cada vez más marcado y doliente o si por el contrario podremos disfrutar de una vejez saludable más allá de los 84 años que es dónde se encuentra ahora nuestra media.
El objetivo está en conseguir envejecer joven: no se trata de llegar a los 140 años envejecidos, sino de prolongar la juventud y morir joven a los 140. Por tanto un retraso en el envejecimiento se asociará con un retraso en la aparición de enfermedades asociadas a la edad. Y la clave de todo esto se encuentra como defienden algunos investigadores en los telómeros. Unas estructuras que se localizan al final de nuestros cromosomas que son los que contienen todo nuestro material genético y que cuando estos se encuentran acortados por debajo de lo normal, la supervivencia se ve reducida. Mientras que un alargamiento de los mismos se traduciría en un incremento de los años vida.
Los trabajos de la Dra. María Blasco y su equipo del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, han puesto de manifiesto en modelos animales que el alargamiento de los telómeros mediante una manipulación genética se traduciría en un incremento de la supervivencia de los ratones tratados que llegarían a alcanzar edades similares a nuestros 140 años humanos pero en unas condiciones de juventud absolutas.
Y mientras que como científica veo posible la llegada de esta realidad pienso en cómo hubiese sido el poder disfrutar durante más tiempo de nuestros mayores, esos que cuidaron de nosotros: el poder alargar las tardes con mi abuela, el suave tacto de su piel y por una vez en mucho tiempo verla con su cabeza recordando dónde estaba.
Pero pienso también cómo se encuentran hoy todos los mayores de nuestra sociedad y en cómo se podrá compatibilizar ese incremento de la supervivencia humana con unas condiciones dignas de vida, porque no se trata de sobrevivir en el mundo, sino de vivir la vida.
Vivir en un mundo en el que los pensionistas no tengan que andar mendigando por unas pensiones dignas y justas (como está ocurriendo ahora en nuestro país), donde el papel de nuestros mayores en la sociedad cobre una relevancia mayor del que tienen ahora, y por supuesto donde la soledad no abrace a tantos de ellos, especialmente a las mujeres.
Aquellas mujeres que no han tenido hijos son las que tienen más probabilidades de vivir solas a partir de los 65 años frente a las que si tuvieron alguno (38,3% vs. 26,4%). Cerca del año 2031 nos encontraremos con aproximadamente dos millones de mujeres mayores de 65 años que se encontrarán viviendo solas.
El problema de la soledad a edades avanzadas es que esta suele asociarse con un mayor aislamiento social, mayor riesgo de desarrollo de enfermedades y en general con menor nivel de bienestar psicológico. Y a ello hay que sumar normalmente una situación de menores rentas ya que suelen encontrarse con pensiones miserables. Es decir, estamos ante un colectivo de alta vulnerabilidad y sobre el que nuestras políticas sociales deberían incidir más.
Este mundo acelerado en el que vivimos nos conduce en muchos casos a que el contacto con nuestros mayores se vea reducido cada vez más. Según el CIS cerca de un 56% de los españoles considera que hoy día se atiende peor a los padres mayores a como lo hicieron generaciones anteriores. Que sus visitas son esporádicas, que no realizan muchas actividades de ocio con ellos y que incluso los contactos telefónicos son muy reducidos.
Evidentemente estamos ante un cambio importante en nuestra sociedad que tiende a parecerse más en este sentido a países del norte de Europa y a perder ese sabor mediterráneo que nos caracterizaba. Tampoco hay que dejar a un lado por supuesto el concepto de voluntariedad de querer estar solo. No debemos olvidar que nuestros mayores gozan en gran parte de los casos de una mayor autonomía personal y una mejor salud y por tanto defienden esta independencia de querer vivir solos y valerse por sí mismos.
Hay que anticiparse al futuro en muchos sentidos especialmente si se consigue este incremento en la supervivencia de vida. Necesitamos un diseño de políticas públicas que se adecúen a las necesidades específicas de esta población, de este colectivo que tiende a ser cada vez mayor.
Hay que pensar por tanto que vivimos en una sociedad en la que cada vez se tienen menos hijos, en la que es esperable que tengamos una longevidad mayor y por tanto el grupo de personas mayores que vivirán solas, lejos de reducirse irá en aumento.
Por tanto, confiemos en que los políticos cumplan sus promesas mejoradas y se anticipen en todo a lo que a políticas sociales se refiere. Mientras tanto los científicos seguiremos en la lucha de conseguir un retraso en el envejecimiento.
Solo con la suma de estas acciones conseguiremos un envejecimiento o prolongación de la juventud saludable. Porque como decía: no se trata de sobrevivir en este mundo, sino de vivir y morir en una eterna juventud.
A mis mayores, auténticos transmisores de sabiduría.

1 thoughts on “Los que nos cuidaron”

  1. Extraordinario artículo. Ante estas noticias, los cirujanos plásticos se van a poner las botas, dado que cada día aumentan las personas que les importa más su aspecto físico, aunque le distorsionen la cara, que el hecho en sí de envejecer.

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