Los pecados capitales en la sociedad actual

Por Mari Ángeles Solís del Río.
A lo largo de la historia, la religión ha catalogado los vicios recogidos en la moral cristiana, como pecados de mayor calibre de otros que se cometan. Es por todos conocido, seamos o no creyentes, la trascendencia que han tenido a lo largo del tiempo e, incluso, han sido utilizados en la literatura como tema principal de muchas obras. Tal es el caso del poema Psychomachia, en el que se recogen personificaciones alegorías de los vicios y virtudes, escrito por Aurelio Prudencio, poeta hispano-latino. Otros ejemplos destacados son el Libro de Buen Amor, escrito por Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, en el siglo XIV; o en el Rimado de Palacio del Canciller de Castilla, Pedro López de Ayala. Pero, sin duda alguna, es en La Divina Comedia de Dante Alighieri, en la segunda parte del poema titulado El Purgatorio donde se hace una enumeración más exacta y acorde con lo que, en aquellos momentos, quería transmitir la religión.
Según Tomás de Aquino, el término “capital» no pretende ser catalogado al igual que gravedad, sino que adquieren ese nombre porque, el cometerlos, da origen a otros pecados. Así pues, independientemente de que seamos practicantes o no, y sin influenciarnos por el tema religioso, la verdad es que esos pecados si los tomamos como conductas que existen en la sociedad que, al cometerlos o posicionarse en esa actitud, puede dar lugar a conductas reprobables e, incluso, se puede llegar a la comisión de delitos. ¿Puede sonar raro esto que digo? Vamos a pararnos un poquito a pensar…
Gula, Avaricia, Lujuria, Ira, Soberbia, Pereza, Envidia… esos son los pecados capitales. Analizamos, por ejemplo, la Avaricia. La avaricia de muchos, ¿provoca la pobreza de los demás? Para mí la respuesta es sí. Cuando la riqueza o el capital están sólo en manos de algunos nos convertimos en una sociedad con desigualdad y, en la desigualdad no hay futuro, porque una sociedad progresista es una sociedad igualitaria y la igualdad no es compatible con la Avaricia, porque la Avaricia genera pobreza.
Qué podemos decir de la lujuria… tantas veces, nos hemos echado las manos a la cabeza cuando oímos hablar pederastas, de niños que pierden su infancia cuando caen en manos de incoherentes que abusan de ellos, cuántas veces hemos perdido el aliento cuando oímos hablar de prostitución y del negocio oculto, en algunos casos, en los que se trafica con vidas humanas… ahí ya estamos hablando de un delito. Delitos que avergüenzan a la sociedad.
¿¿¿Ira??? Crímenes sin explicación, violencia en el seno de las familias… aquellos delitos que se catalogan “enajenación mental transitoria». Precisamente, en estas últimas semanas hemos sido testigos de noticias que nos han hecho temblar. Y hemos mirado hacia nuestro propio interior preguntándonos qué le está pasando a esta sociedad o, peor aún, nos preguntamos ¿por qué permanecemos callados?, y una impotencia absurda sólo nos permite enjugarnos las lágrimas con un ademán de desesperación.
Y en ese sentimiento interno de duda hacia donde nos lleva el camino, también tropezamos nosotros mismos, perdemos el rumbo y hasta nos llegan a derrumbar la envidia y la soberbia de los demás. ¿O acaso no nos ha pasado nunca? Pero tal vez, tanto la soberbia como la envidia merezcan una atención más especial, y ya sin hablar de comisión de delitos, sino simplemente para hacer una sociedad mejor. Porque es de humanos tender la mano en el camino y no pisar… según dicen, la envidia, es el “deporte nacional». Pero una ciudadanía limpia puede hacer una sociedad mejor.
Está en nuestra mano hacer una sociedad libre de prejuicios, igualitaria con los mismos derechos y obligaciones, al fin y al cabo, está en nuestra mano hacer una sociedad mejor, una sociedad progresista.

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