“La valentía del cobarde”, por Isabel Viña.

Isabel Viña.

Cállate, no vales para nada, eres un inútil, gorda, anormal, muerto de hambre, etcétera… Estas son palabras muy comunes y actuales entre los y las acosadores y depredadores del ser humano.

Durante toda mi vida, he visto padecer a otras personas este tipo de vejaciones, y yo personalmente las he sufrido en mis propias carnes.

Los agresores son desde mi punto de vista delincuentes en potencia.

El argumento que esgrimía hace poco en las redes un usuario de las mismas, decía que en los años 60 y 70 el acoso a los niños no era para tanto, más bien era normal y de uno hacia otro, no varios. Que toda la vida los niños se han peleado, que hay que enseñarles a defenderse y ser valientes. Este argumento es peregrino, nefasto, cruel y muy alejado de la realidad. El acoso no solo puede llevar a las victimas al suicidio, sino que puede marcar para toda una vida, el carácter, las actitudes y el corazón de los niños, con amargura.

Creo al cien por cien que el vacío legal en el acoso, dentro y fuera de lo escolar, es preocupante.

El bullying es un delito, el cual en muchos casos provoca el suicidio de quien lo adolece, y la sociedad mientras tanto mira hacia otro lado, para después, hipócritamente, impactarse con las noticias de suicidios de los niños que lo han soportado.

La cuestión no está en enseñar a nuestros hijos e hijas a ser valientes y defenderse, no, es hacerles entender que el respeto, la cordialidad deben de ser principios básicos en su aprendizaje, y que al más débil se le ayuda, apoya y se le da la mano, ya con la práctica de esos principios, los niños y niñas serán valientes, y solidarios.

Decía Michelle Obama, que cuando alguien sea cruel y actúe como un acosador, no hay que ponerse a su nivel. Mientras más bajo caen ellos, más alto debemos estar nosotros.

No quiero ni imaginarme por el infierno que tienen que pasar los niños y niñas que silencian su voz con el silencio, nunca mejor dicho, es horrible.

Se tiene que aplicar la ley, y las instituciones públicas (gobiernos regionales, estatales y municipales) tienen el deber de potenciar campañas de sensibilización sobre el acoso, apoyar a los niños y familias que lo sufren y al resto, desde la enseñanza pública, concienciarles también al respecto.

Queda tanto por decir y tanto por hacer, que como no reaccionemos ya, siempre será demasiado tarde ya que, cada día, hay más víctimas en el olvido.

A menudo, el camino correcto es el que puede ser más duro de seguir.

Pero el camino duro es también el que te hará crecer como ser humano. (Karen Mueller Coombs)

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