“La sátira del ‘carnicero’”, por Mari Ángeles Solís.

Mari Ángeles Solís del Río.

Mari Ángeles Solís del Río · @mangelessolis1.
Aquella mañana estaba previsto que la niebla inundara el horizonte. Sin embargo, fue solo un frío intenso lo que hacía crujir los rostros de los que tomaron rumbo al lugar…

Sobrevolando el valle, un buitre desplegaba sus alas al compás de un viento cargado de reproches y desdenes. El ave carroñera miraba desafiante con una estúpida mueca que clamaba venganza y odio.

Las piedras gastadas y húmedas de un mausoleo infame dibujaban un perfil macabro y despreciable cada vez que amanecía, cuando se apagaban las estrellas, cuando susurraban las almas…

Aquel día estaba prevista la niebla… sin embargo, el cielo brillaba azul y el buitre sobrevolaba…

El buitre sobrevolaba y miraba aquella escena, una escena sobria…

Dentro, entre los muros, una humedad espeluznante removió las conciencias. Desprecios, vejaciones, asesinatos cometidos por un personajillo ridículo y grotesco que, a modo de marioneta movida por los hilos del fascismo, había cometido aberrantes crímenes y llevaba años haciéndose homenajear por lo que él y sus nostálgicos habían denominado gran hazaña pero que, en cambio, habían escrito páginas en la historia de un país donde solo figuraban abusos, muertes y obscenidades.

Muchos cuerpos sin nombre, muchos huesos que tuvieron el rostro de la libertad y la dignidad. El olvido había intentando iniciar una afrenta en la que el tiempo quiso hacer justicia.

El enjambre de mezquindad empezó a salir por la arcada. Unos personajes absurdos y esperpénticos alzaron la voz lanzado improperios contra la justicia, intentando ensalzar a aquel macabro personaje que, a pesar de ser ya solo escombros, había cometido los más terribles crímenes reflejados en la historia. El buitre desaceleró su vuelo…

Fue entonces, cuando aquel bicho carroñero, visualizó cinco rosas, cinco, como cinco flechas que se revolverían para reconquistar el terreno. En cambio, algo ocurrió… las almas, fueron las almas… los huesos, esos huesos que llevaban medio siglo sin descansar experimentaron la sacudida de la justicia, de la libertad.

Si la justicia se impone a la injusticia el seísmo es intenso… tan intenso que los ojos del buitre se nublaron y las cinco rosas podridas, las cinco rosas malditas se convirtieron en lo que siempre fueron, unas flechas asesinas que, esta vez, se dispararon, con olor a muerte, hacia aquel saco de plumas miserable haciéndole caer, moribundo, mientras el conjunto de escombros desaparecía del lugar.

Desde entonces, en el valle se respira paz. Desde entonces, en el valle brillan las estrellas porque la muerte del buitre ha devuelto la dignidad a las almas.

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