“La nueva realidad”, por Javier García Gago.

Javier García Gago.

Parece que, por fin, en estos tiempos de desescalada, empieza a atisbarse, golpe a golpe, verso a verso, como decía el poeta, lo que podría ser el nuevo mundo que nos espera, lo que se ha dado en llamar la nueva realidad. Y la verdad es que su visión no, no es muy tranquilizadora.

Cuando allá por marzo nos confinamos en nuestras casas, parecía existir un consenso social que se manifestó en la votación parlamentaria del 25 de marzo, sin un solo voto en contra del estado de alarma. Parecía que, por primera vez en mucho tiempo, se imponía por estos lares el sentido común a la rentabilidad electoralista, lo que en mi tierra llamamos sentidiño… o quizás es que no había rentabilidad electoralista en oponerse al estado de alarma en un momento dramático en el que los muertos se contaban por millares. Pero la paz no duró mucho. Y es que lo de las dos españas machadianas lo llevamos escrito a sangre y fuego en nuestra esencia ya seamos catalanes, vascos, gallegos, andaluces, rojos, azules, centralistas, federalistas, nacionalistas, del Celta, del Athletic, del Barça o del Real Madrid… y colectivamente somos realmente autodestructivos.

La nueva realidad se ha impuesto sobre los sueños de moderación. La nueva realidad de marquesas, de hijos de terrorista, de cierre la puerta al salir, señoría, de querellas y denuncias, de caceroladas y algaradas, de informes basados en bulos y de filtraciones a la prensa de los mismos… y de peticiones de dimisión por querer saber lo que ya se había publicado… y de quien olvida que el mayor terrorista de los últimos cien años, con entre 75.000 y 400.000 asesinados en su haber según las distintas fuentes (ejecutados dicen algunos… también lo decía ETA), fue el recientemente cambiado de sepultura… pero tampoco es cuestión de echárselo en cara todos los días a quienes lo apoyan. Y es que en la nueva realidad, la política se parece más al fútbol, donde los seguidores son más viscerales que racionales y todo vale con tal de que el gol suba al marcador. No se trata de convencer al adversario, de dar razones… se trata de sentir los colores y de marcar para regocijo de los seguidores incondicionales y entusiastas. Incluso parece que hasta valen los goles en propia meta… ¿O es que no jugamos todos en el mismo equipo… contra la pandemia?… El caso es tener excusa para pedir la dimisión del entrenador.

A veces pienso que el problema es que no somos conscientes del precio que estamos pagando por ello. El PP ha hecho, durante todos estos años, un gran servicio a nuestra democracia como instrumento de canalización de los sectores sociales de la extrema derecha. Era una simbiosis. Ellos les daban votos y el PP les daba voz en mayor o menor medida… siempre en mayor medida cuando estaba en la oposición, que era el modo de activarlos y garantizarse la movilización electoral… cuando estaba en el gobierno se imponía el pragmatismo… recordemos a Aznar hablando catalán en la intimidad o negociando con el “movimiento de liberación nacional vasco”… ¿alguien lo reconocería ahora?. Parece una trivialidad, pero mientras la extrema derecha campaba a sus anchas por Europa adelante, aquí la teníamos contenida gracias al PP. El problema es que en la nueva realidad la extrema derecha tiene voz propia y ya no necesita al PP, que se encuentra en la mayor crisis de identidad de su historia, mayor aún que cuando todavía era Alianza Popular… quizás porque en aquella época existía otro partido ultraderechista, Fuerza Nueva, que dejaba claro el espacio político que podía ocupar. Ahora Casado se mueve en la disyuntiva de seguir tratando de ser la voz de la ultraderecha o jugar a partido moderado. Porque parece que hacer las dos cosas a la vez le resulta cada vez mas difícil, máxime teniendo por su izquierda a otro partido, Ciudadanos, que, si bien todo parecía indicar que iba a seguir la estela marcada por Rivera, se ha desmarcado con una estrategia rompedora que parece encaminada a ocupar el espacio de la moderación, lo cual le puede reportar grandes beneficios en el futuro. Pero en el presente su fuerza es la que es, 10 escaños.

Realmente el panorama de la nueva realidad es desalentador. Si el gran partido de la derecha, que sigue siendo el PP, emigra, como lo está haciendo, a posiciones más radicales, aumentan la confrontación y la crispación y se resienten el diálogo y la disposición a llegar a acuerdos. Y la democracia es, ante todo, capacidad de diálogo y pacto.

El gran daño que ha hecho Vox a la democracia española no es tener voz en el parlamento… eso nunca es un problema, y menos aún, un daño. El gran daño es haber radicalizado los posicionamientos del PP. Porque sin una derecha moderada fuerte que canalice todas las inquietudes del importante sector social al que tradicionalmente ha representado, se resiente la democracia. Y eso no es solo un problema del PP. Eso es un problema de todos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *