La negociación del Brexit, al borde de la ruptura

La negociación del Brexit, al borde de la ruptura

La ruptura de las negociaciones del Brexit se asoma tras la infructuosa conversación telefónica entre Boris Johnson, primer ministro británico, y Angela Merkel, canciller alemana. “Están a punto de colapsar”, citaron fuentes de la prensa de Reino Unido.

Fuentes anónimas de Londres han contado que Merkel ha avisado que el planteamiento británico actual es “básicamente imposible”. Aunque el Gobierno germano no lo ha confirmado, la reacción de Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, en Twitter resulta de por sí elocuente.

En su tweet, Tusk critica a Johnson: “Lo que está en juego no es ganar un estúpido juego de culpas. En juego está el futuro de Europa y del Reino Unido, además de la seguridad y de los intereses de nuestros pueblos. No quieres un pacto, no quieres una extensión, no quieres revocar. Quo vadis?”.

Las consecuencias no se han hecho esperar y, por lo pronto, la libra esterlina ha caído con fuerza.

Por si no fuera poco, Downing Street amenaza con represalias a aquellos de los Veintisiete que respalden la petición de una extensión del artículo 50 del Tratado de Lisboa que el Ejecutivo de Johnson tendrá que pedir obligado por una ley aprobada por el Parlamento británico si no se logra un acuerdo antes del, previsiblemente, 15 de octubre.

“Los que respalden la prórroga, pasarán a ser los últimos de la fila. Apoyar esa nueva prórroga será considerado por este Gobierno como una injerencia hostil en nuestra política interna y más de la mitad del electorado estará de acuerdo con nosotros”, se atreve Londres.

“Dejaremos muy claro, en público y en privado, que los países que tomen posición en contra de una nueva prórroga serán los primeros en la fila para una cooperación futura, cooperación en asuntos fuera o dentro del margen de competencias de la UE”, decía antes el equipo de Johnson.

Este grupo envió estos fragmentos al periodista James Forsyth, editor político de la revista The Spectator y encarnizado defensor del Brexit a toda costa, en respuesta a la pregunta que formuló de ¿cómo iban las negociaciones. El texto completo revela la estrategia del Gobierno de Johnson de ganar la batalla a Bruselas sea como sea.

En esa respuesta también se hace una reflexión acerca del cambio de postura de Leo Varadkar, taoiseach –primer ministro- irlandés: “Antes de que se aprobara la Ley Benn -el mandato parlamentario que obliga al premier británico a pedir una nueva prórroga si no hay acuerdo-, Varadkar quería negociar, porque sabía que las opciones eran un Brexit con o sin acuerdo. Desde la aprobación de la ley, ha enfriado su postura y durante la pasada semana los canales oficiales y extraoficiales entre Londres y Dublín se han cerrado. Está claro que quiere apostar por un nuevo referéndum y que ha animado a Barnier a que se mantenga firme en el objetivo de que el Reino Unido no pueda abandonar la UE sin dejar atrás a Irlanda del Norte”.

Y es que la posición de Irlanda pesará especialmente en el bloque comunitario a la hora de aprobar un acuerdo de salida satisfactorio para la isla.

Con todo y con eso, del texto se desprende que ante el mandato de Westminster, Johnson planea maniobrar dilatando la petición de forma que los Veintisiete desconfíen: “Estableceremos claramente que este Gobierno no seguirá negociando, con lo que cualquier prórroga será inútil. Se piensan que si nos dan más tiempo seguiremos presentando nuevas propuestas. No será así. O nos vamos el 31 de octubre sin un acuerdo, o habrá nuevas elecciones y nos iremos definitivamente sin acuerdo”.

La dureza de la respuesta habla por sí misma: “Nos lavaremos las manos, no nos implicaremos en nuevas negociaciones, no tendremos una actitud de cooperación y todo lo que tenga que ver con el principio de «deber de sincera cooperación acabará en el retrete”. Con ello, dejan claro que no es el Ejecutivo quien quiere una prórroga, sino el Parlamento.

El texto lleva la firma de Dominic Cumming, el responsable de la campaña del Brexit de 2016 y principal asesor de las estrategias de Johnson. Hay muchos dentro de su Ejecutivo y del Partido Conservador que no ven bien las tácticas agresivas del primer ministro, pero admiten que, por el momento, han sido capaces de imponer su criterio.

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