“La medicina “on line” se suma a la ola del nuevo capitalismo global”, por Francisco Villanueva Navas.

Francisco Villanueva Navas.

Francisco Villanueva Navas · @FranciscoVill87. Economista y periodista financiero.
El intercambio global de servicios digitales aumentó 15% en 2019, y abarcó telecomunicaciones, servicios de informática, y toda la gama de tecnología de la información (IT); y el año pasado trepó a 18% del total, con un incremento que lo llevaría a más de 20% en 2021.

Este boom del comercio por Internet lo encabezó en los últimos dos años el mercado de la telemedicina, que superaría más de 175.000 millones de dólares en 2026, lo que implica un alza de 25% anual. Dentro de ella, hay un auge extraordinario de las consultas digitales que prácticamente duplican el promedio global. Esto es lo que ha transformado a la medicina del más alto nivel científico en una disciplina que se expande en todas partes del mundo por igual, sin diferencia alguna entre los países avanzados y los emergentes.

El fenómeno del auge excepcional de la telemedicina es efecto directo del estallido de la pandemia del coronavirus, que ocurrió en China en el primer trimestre de 2020.

La revista “Forbes” señala que la demanda de servicios de telemedicina en EE.UU. aumentó 257% el año pasado, una tendencia que abarca incluso a las regiones rurales, tradicionalmente alejadas de la medicina telemática hasta el surgimiento de la pandemia. Agrega “Forbes” que, en zonas históricamente aisladas de la sociedad norteamericana como las montañas de los Apalaches en Kentucky, y el estado de Washington en la frontera norte con Canadá, las consultas de telemedicina han crecido más de 700%.

Lo que ha ocurrido es un cambio de hábitos monumental, un nuevo mundo que se ha abierto, y no solo para los pacientes, sino también para los profesionales de la medicina. La tendencia de fondo de este momento mundial es el alza excepcional del teletrabajo, transformado en una nueva forma de producir acorde a la era digital, que por sus rasgos estructurales adelanta entre 4 y 6 años el pleno despliegue de la Cuarta Revolución Industrial. Por eso el estallido de la pandemia ha sido acompañada por un salto de productividad de 15% o más el año pasado. Esto ha desatado un fenómeno masivo de telemigración, que significa que los “freelancers” de todas partes del mundo, especialmente provenientes de EE.UU. y Europa, han retornado en gran escala a sus lugares de origen para realizar desde allí tareas individuales para múltiples clientes.

Este ha sido el correlato sociológico del cambio tecnológico experimentado. El resultado de este fenómeno histórico de nuevo tipo es que se ha creado un mercado de 86.000 millones anuales, que se expande 15% por año. Es lo que se denomina “global gigeconomy”. Está claro que esta inmensa masa de tele-migrantes posee educación universitaria o terciaria además de una completa cultura digital transformada en una segunda naturaleza.

Todo indica que este no es un acontecimiento circunstancial, producto de una pandemia que tiende a quedar atrás, sino un cambio estructural de fondo, que en definitiva es la base de una nueva fuerza de trabajo global, absolutamente digitalizada, trashumante, de alto nivel de calificación.

Lo que ha ocurrido es una combinación de telemigrantes que se telecomunican y trabajan desde cualquier parte del mundo, y un proceso de robotización generalizada que abarca incluso la “Internet de las Cosas” de los sistemas productivos radicados en las distintas “economías nacionales”; la consecuencia es un salto de productividad de alcance global que se transforma en el signo distintivo del siglo XXI.

El aumento del comercio digital implica ante todo una caída sistemática de los costes de transacción, cuya consecuencia, por carácter transitivo, es un alza equivalente o superior del intercambio global.

La Organización Mundial de Comercio estima que el comercio mundial se expandirá anualmente 1,8/2 puntos porcentuales por encima del promedio de los últimos 10 años hasta 2030, debido a la caída experimentada por los costos de transacción que provoca la digitalización prácticamente completa del sistema, lo que equivale a una expansión acumulada de 31%/34% en los próximos 15 años.

Este crecimiento excepcional se manifiesta ante todo en la “Logística de Internet”, que no es otra cosa que la “Internet de las Cosas” apoderándose de todo el sistema de comercio global a través de un mecanismo cooperativo y abierto que se opera internamente y transforma al conjunto en una red de redes interdependiente. Los principales protagonistas de este proceso histórico de nuevo tipo son EE.UU. y la República Popular, las dos grandes superpotencias del siglo XXI. En este proceso de fondo de la economía global no hay “Guerra Fría” de ningún tipo.

Se puede afirmar que el proceso en marcha es el de un capitalismo completamente integrado y plenamente digitalizado, que actúa sobre la base de una plataforma global de conectividad. La puja entre EE.UU y China por el poder tecnológico y científico del siglo XXI opera dentro de esta plataforma, y según sus reglas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *