La hambruna en Senegal a la que nadie parece hacer caso

La hambruna en Senegal a la que nadie parece hacer caso

Llega la llamada estación del hambre –de junio a septiembre- y alrededor de 900.000 personas residentes en la frontera entre Mauritania y Senegal se enfrentan a la hambruna, advierte Acción contra el Hambre, ACH, debido a la escasez de pastos en la zona. En concreto, más de 31.000 niños sufrirán desnutrición severa en el lado mauritano, además de que casi 600.000 personas se encontrarán en esa situación. A ellas se unen otras 340.000 en el lado senegalés.

La población de esa región depende del pastoreo de vacas, camellos y cabras, así como de la agricultura de subsistencia, en unas tierras fértiles, pero en las que se registra la mayor escasez de pastos de todo el Sahel. Mohamed Ould Dah, coordinador de seguridad alimentaria y medios de vida de ACH en Mauritania, indica que “ya en marzo, durante el período de cosecha, empezaron a registrarse tensiones entre pastores y agricultores”. “Los primeros habían iniciado una transhumancia precoz que afectó a los cultivos justo antes de la cosecha, una competencia que continúa por los puntos de agua en la zona”, detalla. A ello se suma que el precio del forraje se ha disparado.

Según Manuel Sánchez Montero, director de incidencia política de Acción contra el Hambre, “la competencia creciente por unos recursos naturales cada vez más escasos hace necesaria una gestión colectiva, y a veces transfronteriza, que refuerce el contrato social y prevenga la tensión entre las poblaciones”. Sánchez Montero sostiene que “la estabilidad no sólo en esta zona, sino en toda la región, necesita el refuerzo de la gobernabilidad y el desarrollo a través de programas públicos que mejoren el acceso a la seguridad alimentaria y los medios de vida”.

Elena Vicario, directora de la ONG en Mauritania, señala que estas situaciones son “crisis perfectamente anticipadas, pero para las que suele darse una respuesta tardía e insuficiente, que se centra en mitigar la emergencia en lugar de preparar a la población para reforzar su resiliencia y capacidad de adaptación a sequías prolongadas”.

Es en este punto en el que Acción contra el Hambre trabaja para dar una respuesta de medio y largo plazo, basándose en la agroecología. Ésta prioriza la conservación del agua y del suelo, así como la regeneración natural asistida, el apoyo al cultivo de cereales locales y que se compartan los recursos naturales entre agricultores y pastores. A ello, se suma la iniciativa de un plan de contingencia que se está preparando para priorizar la distribución de dinero entre las familias más vulnerables, de modo que puedan comprar alimentos, también la distribución de harinas nutricionales a niños y niñas menores de dos años y la distribución masiva de forraje.

La ONG también trata de minimizar las tensiones entre agricultores y pastores a través de la delimitación con vallas y alambradas de los campos de cultivo. Ould Dah explica que están trabajando “además con las comunidades para promover una gestión integrada de los recursos naturales cada vez más escasos que haga compatibles los dos medios de vida”. En consecuencia, cree que “sigue siendo necesaria la delimitación de materialización el futuro de cañadas de trashumancia”.

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