La falta de acuerdo entre los partidos lleva al Rey a no proponer candidato

La falta de acuerdo entre los partidos lleva al Rey a no proponer candidato

Falta de acuerdo, falta de voluntad política, políticos que han desoído lo que los españoles dijimos el 28 de abril: pónganse de acuerdo. Se ha constatado el fracaso de la nueva y de la vieja política. Han fallado. La que nunca falla es la ley de Murphy: si algo puede salir mal, saldrá mal. Nadie quería elecciones, decían. Habrá elecciones.

“Su Majestad el Rey, (…) ha constatado que no existe un candidato que cuente con los apoyos necesarios para que el Congreso de los Diputados, en su caso, le otorgue su confianza”, rezaba el comunicado de la Casa Real emitido al filo de las 20:30 de ayer.

En consecuencia, se comunicaba a Meritxell Batet, la presidente de la Cámara Baja que el Rey “no formula una propuesta de candidato a la Presidencia del Gobierno”. Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones, comparecía en La Moncloa a las 21:00 dando por hecho que habrá repetición de elecciones.

Salvo milagro para unos, sorpresón, recuperación de la sensatez o cualquier otra fórmula mágica, el lunes se convocarán los comicios. Los tambores de guerra ya han empezado a sonar –hacía tiempo- y ha sido el propio Sánchez quien, en un tono claramente de campaña, ha comenzado a echar balones fuera y a culpar a diestro y siniestro de la situación.

Lo cierto es que se daban por seguras las elecciones desde hace semanas, salvo que finalmente Unidas Podemos aceptara en el último momento una investidura sin contrapartidas ni acuerdo. No fue posible. El sector más duro del entorno de Sánchez se mantuvo firme en que si no era así, habría repetición electoral.

Es en este punto en el que cabe preguntarse la talla política de estos dirigentes, la de todos sin excepción, no solo los socialistas o los morados, y si en verdad pensaban en los ciudadanos, en sus necesidades inmediatas, en aprobar unos Presupuestos antes que prorrogar unos que datan de 2017. La derecha se mira el ombligo.

La incertidumbre es grande. Se teme la desmovilización de la izquierda, mientras la derecha se frota las manos. Si la derecha está fragmentada, no menos lo está la izquierda. Podemos se descompone, pero no es seguro que sus votos vayan a recalar en los socialistas, precisamente por la desconfianza, con razón o no, que Sánchez suscita. Entre los votos perdidos y los inútiles, se pueden dejar unos cuantos escaños por el camino.

Si en abril los progresistas se movilizaron masivamente por el temor al ascenso de Vox y de lo que era capaz de hacer, ahora ya no da tanto miedo.

En la derecha tampoco están para tirar cohetes, pero su electorado es fiel y activo con tal de volver al poder. Pablo Casado gana adeptos, sobre todo pescando en el caladero de Vox y entre los que Ciudadanos deja por el camino en su errático devenir.

Fue precisamente Rivera quien casi en el último suspiro se descolgó con una propuesta, frívola a la par que peregrina, para que le dijeran que no, él ya iba con esa idea. Pero, tal vez, solo tal vez, quiso aparecer como el paladín que salva a la princesa del ogro de unas elecciones (micromachismo). Imaginen la que se lía si le dicen que sí.

Se termina, salvo milagro para unos, sorpresón, recuperación de la sensatez o cualquier otra fórmula mágica, la XIII Legislatura que apenas arrancó, la CII desde las Cortes de Cádiz. Mal número para los supersticiosos.

En cualquiera de los casos, España afronta tres grandes retos y necesitará estabilidad y un Gobierno fuerte: desaceleración económica, Brexit abrupto o no y sentencia del procés. Ahí es nada. Un Gobierno fuerte es lo que debe salir del 10 de noviembre. Cabría pedir una miradita a Italia, o no.

Entretanto, sus señorías seguirán cobrando sus emolumentos –los de Vox también- sin haber cumplido con la única obligación que tenían: llegar a un acuerdo para la gobernabilidad. Se lo dijeron, dijimos, con claridad, pese a que el presidente saliente diga que en noviembre “los españoles lo digan aún más claro”. ¿Más?

Desde aquí, no echamos la culpa a nadie de este sindios, primero porque ya no sirve de nada y, segundo, porque mientras nuestros políticos tengan orejas pero no oídos, de poco nos sirve. Por eso, poco a poco, después del jarro de agua fría, el desencanto y la sensación de fracaso, vamos recuperando el humor y la esperanza en que algo bueno sale de todo esto: la democracia sigue viva, algo menos o algo más, pero vive. ¿Votarás?

1 thoughts on “La falta de acuerdo entre los partidos lleva al Rey a no proponer candidato”

  1. Respondiento a tu pregunta: Votaré. Sin duda alguna. A la izquierda más izquierda: Podemos. Por ideología, por castigo a Pedro Sánchez y por contrarrestar a la derecha más derecha.

    Me ha encantado el artículo: Visceral. No es para menos. Me sumo a tu cabreo que, desgraciadamente, es el de toda la sociedad española.

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