La dudosa seguridad sanitaria en los centros educativos madrileños que cuesta vidas

La dudosa seguridad sanitaria en los centros educativos madrileños que cuesta vidas

El caso del fallecimiento de Mari Jose Romero, conserje del IES Felipe II, muestra la ineficacia de las medidas del gobierno de Ayuso para proteger al personal de riesgo y, al mismo tiempo, pone en entredicho el modelo de elección de las direcciones de los centros educativos de nuestra región.

El curso 2020-21 arrancó el pasado septiembre con polémica en la Comunidad de Madrid por la improvisación de medidas para el comienzo de las clases. Esto supuso diversas movilizaciones por parte de diferentes sindicatos: dos días de paro en el caso de los sindicatos agrupados en la Intersindical (CCOO, UGT, CGT y STEM) y casi tres semanas en el caso del Sindicato de Enseñanza e Intervención Social de CNT-AIT. La Consejería de Educación se negó a consensuar medidas con la comunidad educativa pese a las movilizaciones y los principales afectados han resultado ser los trabajadores con patologías previas como Mari Jose Romero,conserje del IES Felipe II (del madrileño barrio de Moratalaz) que falleció el pasado 3 de marzo después de un contagio en su centro de trabajo. Su caso es ilustrativo de una administración insensible a los riesgos del personal con patologías previas: en el caso de Mari Jose Romero se produjeron negociaciones entre su sindicato, CNT-AIT, y la directora del centro, María Dolores Petit de Gabriel, sin que esta tomara ninguna de las medidas solicitadas (la instalación de unas cabinas protectoras o, si no fuera posible, evitar que esta conserje tuviera que subir a las plantas de mayor tránsito de alumnado).

A finales de enero se produjo el contagio y tras casi tres semanas en la UCI del Hospital Gregorio Marañón se produjo el fatal desenlace que ha llevado a la mencionada organización sindical a iniciar una campaña para exigir el cese de María Dolores Petit. Desde CNT-AIT no solo se acusa de negligencia a la dirección del centro, sino que le achaca una “intolerable mala voluntad” al querer culpabilizar a la propia trabajadora del contagio. Todo pese a que, según el propio sindicato, Mari Jose Romero solo salía de casa para trabajar por miedo al contagio y su compañero sentimental, única persona con la que convivía, dio negativo en tres ocasiones en las pruebas que se le realizaron. Que el centro educativo lleve dos meses ignorando las peticiones con los datos epidemiológicos de las fechas en las que se produjo el contagio es, según señalan estas fuentes, una señal inequívoca de la responsabilidad del equipo directivo en la negligencia que supuso el contagio de Mari Jose Romero.

El centro educativo puede que haya tomado todas las medidas exigidas por la Comunidad de Madrid, sin embargo, estas han demostrado ser insuficientes para proteger a aquellos trabajadores con patologías previas y, por tanto, con unos riesgos considerables para su vida en caso de contagio.

La muerte de Mari Jose Romero no solo mostraría una mezcla de insensibilidad e incompetencia entre las autoridades educativas con el propio consejero Enrique Ossorio a la cabeza, sino que pone en entredicho el nuevo modelo de nombramiento de directores implementado en los últimos años: las direcciones, que ya no son nombradas por los claustros de los centros educativos, dan crecientes  muestras de autoritarismo y, al mismo tiempo, carecen de mayor profesionalidad que las elegidas democráticamente.

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