La curiosa historia de los relámpagos de Júpiter

La curiosa historia de los relámpagos de Júpiter

No son iguales a los de la Tierra.
“No importa en qué planeta estés, los rayos actúan como transmisores de radio: envían ondas de radio cuando cruzan el cielo”.  Así explica el comportamiento de los relámpagos, en un comunicado, Shannon Brown, del Jet Propulsion Laboratory de la NASA en Pasadena, científico de la misión de la sonda Juno y autor principal de un nuevo estudio publicado en Nature. La Voyager 1 sobrevoló Júpiter en marzo de 1979 y confirmó la existencia del rayo joviano. En cambio, los datos indicaron que las señales de radio asociadas a los rayos no coincidían con los de las señales de radio en los terrestres.
Brown señala que “hasta Juno, todas las señales de rayo registradas por naves espaciales se limitaron a detecciones visuales o del rango de kilohercios del espectro de radio, a pesar de la búsqueda de señales en el rango de megahercios. Muchas teorías se ofrecieron para explicarlo, pero ninguna teoría podría tener tracción como respuesta”. Se ha contado con una serie de instrumentos altamente sensibles como el Instrumento de Radiometro de Microondas, MWR, registrando las emisiones del planeta en un amplio espectro de frecuencias. Así, “en los datos de nuestros primeros ocho sobrevuelos, el MWR de Juno detectó 377 descargas de rayos. Se registraron tanto en megahercios como un rango de gigahercios, que es lo que puedes encontrar con las emisiones de rayos terrestres”, continúa explicando el científico. “Creemos que la razón por la que somos los únicos que podemos ver es porque Juno vuela más cerca de los relámpagos que nunca, y estamos buscando una frecuencia de radio que pasa fácilmente a través de la ionosfera de Júpiter”.

Rayos análogos, pero diferente comportamiento
El estudio realizado revela que los rayos jovianos son similares a los de la tierra, pero destellan de manera bastante diferente en cada planeta. “La distribución de los rayos de Júpiter es al revés de la de la Tierra. Hay mucha actividad cerca de los polos de Júpiter, pero no cerca del ecuador. Puedes preguntarle a cualquiera que vivan los trópicos; esto no es cierto para nuestro planeta”, subraya Brown.
En la Tierra, la mayoría del calor se deriva externamente de la radiación solar. Nuestro Ecuador es el más afectado por este rayo de sol y el aire cálido y húmedo se eleva alimentando las tormentas eléctricas que producen rayos. Sin embargo, Júpiter está cinco veces más lejos del Sol que la Tierra, de forma que el gigante gaseoso recibe 25 veces menos luz solar. La mayor parte del calor que recibe la atmósfera de joviana proviene del propio planeta, pero esto no hace que los rayos solares resulten inocuos. Proporcionan calor, pero calentando el ecuador de Júpiter más que los polos. La teoría científica dice que este calentamiento en el Ecuador es suficiente para crear estabilidad en la atmósfera superior. En cambio, en los polos, al no tener estabilidad atmosférica por no existir ese calor de nivel superior, los gases cálidos del interior ascienden y crean los elementos necesarios para que se produzcan rayos.

mejorará nuestra comprensión de la composición, la circulación y los flujos de energía en Júpiter
En opinión del principal autor del estudio, “estos hallazgos podrían ayudar a mejorar nuestra comprensión de la composición, la circulación y los flujos de energía en Júpiter”, pero surge una cuestión: “Aunque vemos rayos cerca de los polos, ¿por qué se registran principalmente en el polo norte de Júpiter?” Otros estudios aportan numerosos datos acerca del análisis de los rayos en Júpiter. Por ejemplo el de Ivana Kolmašová, de la Academia Checa de Ciencias de Praga, que dispone de la base de datos más grande de emisiones de radio de baja frecuencia generada por rayos alrededor del planeta gigante. Así, se han recopilado más de 1.600 señales, casi diez veces más que las registradas por el Voyager 1. Según el estudio, publicado en un segundo artículo sobre rayos de Júpiter en Nature Astronomy, la sonda Juno detectó picos de cuatro rayos por segundo, parecido a lo que sucede en la Tierra, pero seis veces más altos que los valores detectados por el explorador espacial norteamericano.
Asimismo, Scott Bolton, investigador principal de Juno del Southwest Research Institute de San Antonio, señala que “estos descubrimientos solo podrían suceder en Juno. Nuestra órbita única permite a nuestra nave espacial volar más cerca de Júpiter que cualquier otra nave espacial en la historia, por lo que la potencia de la señal de lo que el planeta está irradiando es mil veces más fuerte”. “Además, nuestros instrumentos de microondas y de ondas de plasma son de última generación”, explica Boston, “lo que nos permite detectar señales de rayos incluso débiles de la cacofonía de las emisiones de radio de Júpiter”.

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