La Cumbre de la OTAN con Trump como protagonista

La Cumbre de la OTAN con Trump como protagonista

Ayer comenzó y ya hubo sus primeros altercados.
Los dirigentes de los países que forman parte de la OTAN comenzaron ayer su cumbre anual. Entre ellos, se estrenaba Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España. Y con la presencia de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, como no podía ser de otra manera, las formas diplomáticas no valieron para mucho. Poco antes de iniciarse la primera reunión, el mandatario estadounidense, que tiene a Alemania en el punto de mira, dijo de este país que “es cautiva de Rusia porque recibe gran parte de su energía de Rusia. Para miles de millones a Rusia y nosotros tenemos que defenderla de Rusia. Alemania está totalmente controlada por Rusia porque obtendrá entre el 60% y el 70% de la energía a través del nuevo gasoducto”.
Como era de esperar, el otro gigante de esta cumbre, Angela Merkel, canciller alemana, llegó dos horas después y arremetió contra el presidente estadounidense, recordándole que ella nació y creció en la antigua Alemania Oriental, controlada por la Unión Soviética. “Estoy muy contenta de que hoy estemos unidos en libertad como República Federal de Alemania y que, por lo tanto, también podemos tomar decisiones independientes”, señaló, para luego refrescarle la memoria a Trump al recordar que Alemania respondió al momento cuando Estados Unidos fue atacado el 11 de septiembre de 2001 y que desde entonces las tropas alemanas ayudan a las estadounidenses en lugares como Afganistán.

Superávit comercial y gasoducto ruso
La cuestión no viene solamente por la aparente cercanía de Alemania a Rusia, sino por, entre otras cosas, el limitado gasto militar alemán, que destina a defensa un 1,24% de su PIB, aunque ya ha adquirido el compromiso de cumplir con el objetivo acordado en la cumbre de Gales y “avanzar en la dirección del 2% del gasto de defensa” en 2024. Además, a Trump le preocupa el superávit comercial europeo con Estados Unidos, cifrado en unos 150.000 millones de dólares, y la construcción del gasoducto Nordstream II, gracias al cual Rusia doblará su capacidad de envío de gas natural directamente a Alemania sin pasar por los países de Europa del Este.
Pero este primer encontronazo no terminó ahí, aunque los ataques se dirigieron al resto de países europeos, de forma que el presidente estadounidense, a través de Twitter, llegó a relacionar el gasto militar del bloque comunitario con su superávit comercial respecto a Estados Unidos, y asegura que la mayoría de los miembros de la OTAN deben dinero a su país. En parte, los datos le dan la razón porque solo siete de los países de la Alianza Atlántica, además de Estados Unidos, dedican a defensa como mínimo el 2% de su PIB: Lituania, Letonia y Estonia, cuyo presupuesto militar ni siquiera les permite tener aviones de combate, Grecia, Polonia, Reino Unido y Rumanía. Los demás, entre ellos España, se comprometieron en 2014 a alcanzar ese porcentaje en 2024, aunque algunos ya han avisado que no lo cumplirán. De hecho, un reciente sondeo llevado a cabo en Alemania revela que solo el 15% de los alemanes estaría de acuerdo en aumentar el gasto militar hasta el 2%, mientras que el 24% aseguran que un 1,5% ya es suficiente y el 36% dicen que por encima del 1% ya es demasiado.
El borrador y conclusiones de esta cumbre ya ha sido firmado por los altos funcionarios estadounidenses pero desde Europa se mira con recelo lo que haga en un futuro, tal vez amenazado con retirar medios militares para la defensa de Europa si no se reduce de algún modo el superávit comercial de la Unión Europea con Estados Unidos, mezclando, una vez más, defensa con comercio. A ello se une el temor de lo que pueda suceder en la reunión que el lunes mantendrá en Helsinki con el presidente ruso Vladimir Putin. Los más pesimistas albergan la duda de que el presidente estadounidense pueda llegar a reconocer la anexión rusa de Crimea, que retire sus tropas de Europa o que amenace con sacar a Estados Unidos de la OTAN, algo que, en principio, no podría hacer si no obtiene el apoyo de dos tercios del Congreso norteamericano, pero que, en cualquier caso, rompería la confianza de sus aliados.

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