En los movimientos migratorios, los menores son los más vulnerables.
Un informe de UNICEF concluye que las consecuencias de la deportacion de los niños cuando llegan a la frontera de México con Estados Unidos son la violencia extrema, la pobreza y la falta de oportunidades, que, a su vez, son las causas de la migración de miles de menores desde El Salvador, Guatemala y Honduras. Los titulares de las informaciones en 2018 han estado plagados del asunto de migrantes y refugiados, desplazamientos en los que los niños son los más vulnerables.
“Migrar es un derecho humano”, afirma María Cristina Perceval, directora regional de UNICEF para América Latina y el Caribe, “sin embargo, el ejercicio de este derecho para miles de niños y niñas en Centroamérica norte y México es una pesadilla”. Se da la circunstancia de que en muchas ocasiones los niños que son deportados a sus países de origen no tienen un hogar al que volver y acaban endeudados o víctimas de pandillas.
Por ello, al tener que retornar a “situaciones imposibles” lo más probable es que vuelvan a migrar. “Por ejemplo, tal como nos contaba una niña en El Salvador”, destaca Perceval, “allí presumen que muchas de estas niñas, y no se equivocan, han sido víctimas del tráfico y la trata de personas, que han sufrido violencia sexual; entonces, tienen que encontrarse con una situación de discriminación, rechazo y estigma en las mismas comunidades de las que habían salido”.
El informe hace hincapié en que el ciclo de migración y deportación se transforma en un “círculo de peligro y dolor” violando el interés superior de los menores. Casi 24.200 mujeres y niños, de los más de 96.200 migrantes deportados, fueron devueltos entre enero y junio del pasado año desde Estados Unidos y méxico, resultando desde este último país más del 90%.