Keir Starmer, de 57 años, es las antípodas de Corbyn. Ha estado en el Labour en todo aquello que se enfrentó al anterior líder. Con el 56% de los votos se ha impuesto a la corbynista Rebeca Long-Bailey y a la también moderada Lisa Nandy. Una victoria contundente que tendrá consecuencias internas.
Su primera misión va a ser participar, o no, en un Gobierno de concentración frente al coronavirus al lado del excéntrico Johnson. Pero, independientemente de esta situación excepcional, su gran misión es la de coser las roturas de un partido dividido por múltiples criterios.
Starmer fue uno de los diputados que se revolvieron contra Corbyn, defensor de un segundo referéndum y militante del ala moderada. La peor noticia para Jeremy.
El giro puede ser radical. Un tipo natural y desapegado al maquiavelismo típico de los viejos laboristas. No se considera heredero de Blair, pero lo parece.
Nacido en 1962 en Southwark, Keir Starmer pertenece a la clase media baja del sur de Londres. De padre fabricante de herramientas y madre enfermera, cursó estudios en la Reigate Grammar School. Fue el único de cinco hermanos que fue a la universidad. Concretamente estudió derecho primero en la Universidad de Leeds y en el Saint Edmund Hall de la Universidad de Oxford.
Comenzó una carrera como barrister –uno de los dos tipos de abogados de nivel superior que hay en Inglaterra y Escocia- en 1987. Terminó especializándose en derechos humanos. Fue nombrado consejero de la Reina en 2002.
Muy comprometido con la defensa de los derechos humanos a nivel internacional, Gordon Brown lo nombró Fiscal Jefe al mando de seiscientos abogados.
En 2015 resultó elegido diputado en la Cámara de los Comunes por el Partido Laborista que desde ahora lidera. Renovó su escaño en 2017 y en 2019. El 4 enero de 2020 anunció su candidatura para dirigir el partido al que renunció Corbyn. Tiene tarea por delante.