El próximo 13 septiembre se celebrarán de nuevo elecciones en Israel después de que el Parlamento del país aprobara en la noche del miércoles su disolución al no haber podido alcanzarse un pacto para formar gobierno. La votación arrojó 74 votos a favor y 45 en contra.
Antes, Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, había informado a su grupo parlamentario del Likud que no había conseguido un acuerdo con Avigdor Lieberman, líder de Yisrael Beitenu, en cuanto un proyecto de ley para obligar a los ultraortodoxos a cumplir con los dos años de servicio militar en el Ejército. Para que saliera adelante la norma, el primer ministro necesitaba los cinco escaños del partido de Lieberman, que se opone al proyecto de ley, para conformar un Gobierno de coalición.
Había sido el propio líder de Yisrael Beitenu quien había redactado la medida cuando fue ministro de Defensa y en la que se contemplaban cuotas anuales de reclutamiento de ultraortodoxos. De no cumplirse, habría sanciones a las yeshivas, las escuelas talmúdicas en las que estudian.
A su llegada al pleno de la Knesset –el Parlamento-, Lieberman señaló que “el estado de Israel va a nuevas elecciones por la negativa del Likud de aceptar nuestra propuesta. Es una rendición total del Likud a los ultraortodoxos. No seremos socios en un Gobierno de la ley judía”, concluyó.
Netanyahu, por su lado, ha criticado con dureza la posición del Yisrael Beitenu y de su líder, de quien dijo que ha bloqueado la formación de un gobierno “porque quiere algunos pocos votos más, que no conseguirá”. “Es increíble”, enfatizó, para luego tildar a Lieberman de “izquierdista” que “derriba gobiernos de derechas”. El líder del Likud prometió “una campaña electoral clara” que volverá a ganar. “Ganaremos. Ganaremos y la población ganará”.
Reuven Rivlin, presidente de Israel, se había manifestado horas antes indicando que haría “todo lo posible” para evitar que las elecciones se repitieran y que tendría que tomar una de dos opciones “si el Gobierno no formado antes de la medianoche”. “Haré todo lo que esté en mi mano para evitar que el Estado de Israel vaya a otra campaña electoral”. La primera de esas opciones sería encargar a otro parlamentario la formación de un gobierno. La tarea no es fácil puesto que el mejor posicionado es Benny Gantz, líder del partido opositor Azul y Blanco, que tendría muy complicado formar una coalición.
Como segunda opción, la que a la postre se va a llevar a cabo, es notificar al presidente de la Knesset que “la posibilidad de formar Gobierno y no hay alternativa, por lo tanto, a la convocatoria de nuevas elecciones”, una decisión que, en ambos casos, debe pasar por una previa consulta con todos los partidos.