Según la última revisión llevada a cabo por el Banco de España, el IPC de los alimentos para 2023 subirá más de un 4% respecto a su previsión anterior.
Concretamente, el organismo regulador sitúa el indicador en el 12,2%, frente al 7,8% que estimó en diciembre.
Queda también lejos de lo que Luis Planas, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, señaló sobre que el IPC de los alimentos había “tocado techo”.
Así, Ángel Gavilán, director general de Economía y Estadística del Banco de España, ha explicado que la traslación de la rebaja del IVA ha restado dos décimas a la inflación de enero.
“Esto es coherente con una traslación del 90% aproximadamente de la rebaja impositiva a los precios de consumo, que se mantiene en febrero”, apunta.
Cabe reseñar que los alimentos aportan al IPC general es mayor que en la Unión Económica y Monetaria (UEM). Esto es por el mayor peso que tiene la cesta de la compra de los españoles. En concreto, un 25,1% en 2022 frente al 20,9%.
Asimismo, el organismo regulador apunta que se ha trasladado el mayor coste de los productores a los alimentos. Por tanto, según Gavilán, “el precio de los alimentos no ha hecho pico”.
Por otro lado, estima que, para 2024, la media del IPC de los alimentos se situaría en el 4,6%, cuando en el anterior informe era del 2,6%.
En cambio, cara a 2025, la inflación de la cesta de la compra caería del 3,3% estimado al 2,9%.
De otra parte, la eliminación de la ayuda general a los carburantes contribuyó al alza en siete décimas a la tasa del IPC general.
Además, el Instituto Nacional de Estadística (INE) incorporó la parte relativa al mercado libre de los precios energéticos. Esto sumó otras cuatro décimas a la inflación general de enero.
De no haberse hecho este cambio, el Banco de España sostiene que la inflación subyacente “se habría mantenido relativamente estable”.