“In memoriam víctimas del 11M”, por César García Cimadevilla.

César García Cimadevilla caricaturizado.

NOTA PREVIA/Pasados unos días del 11M, y aún muy traumatizado por la salvaje e inhumana matanza, decidí escribir una serie de relatos breves en homenaje a las víctimas, supervivientes y familiares. Aquel  demoniaco acto terrorista cambió mi vida, lo mismo que antes lo había hecho el 11-S, más en este caso, tal vez porque me tocara más de cerca. Así es por desgracia la naturaleza humana. Me prometí escribir al menos tantos relatos como víctimas, pero he tenido que darme mucho tiempo entre unos relatos y otros porque el dolor sigue siendo tan profundo que cada vez que vuelvo a abrir la herida la hemorragia me deja exhausto durante meses y meses. Para escribir estos relatos me documenté en los datos que aparecieron en los periódicos en aquellos días, algunos de ellos están basados en historias reales, si bien el tratamiento para transformarlos en relatos, como sucede con toda ficción, siempre acaba modificando de alguna manera la realidad. Otros son pura ficción, no están basados en ningún dato que conozca y me he limitado a escribir sobre algo que tal vez pudiera haber ocurrido, aunque en realidad no fue así o no se conoce que sucediera tal cual se relata. Todos están escritos con un inmenso amor. Espero que los supervivientes y familiares reciban ese amor, al margen de la incapacidad de un humilde escritor para transmitir la infinitud de su dolor.

EL TELÉFONO MÓVIL

Continuaba sonando con insistencia pero no iba a contestar. Se encontraba cansado… muy cansado… tan cansado. Era muy raro que todos los viajeros recibieran llamadas al mismo tiempo. No fue capaz de soportar durante más tiempo la angustia de aquel corazón, al otro extremo del espacio.

Extendió el brazo e intentó hacerse con el móvil que sonaba a su lado. Pero su mano solo aferró aire. Ni siquiera era ya su mano. Entonces… y solo entonces… comprendió lo que había pasado y que estaba muerto para siempre…

UN DÍA CUALQUIERA ANTERIOR AL 11-M

Salió de casa a las siete de la mañana, como hacía todos los días. Tomó el tren que lo llevaría hasta el trabajo… y no ocurrió nada.

LOS NOVIOS

Aquel día se cumplía un mes desde que decidieran comenzar a salir como novios. La noche anterior se prometieron celebrarlo por todo lo alto al día siguiente, el 11 de marzo. Iban a perder la virginidad en una orgía de amor. Un terrorista (no hay terrorista virgen), sin un gesto en su rostro humano (la marca de Caín es invisible) les impidió conocer el sabor infinito del amor consumado.

EL BEBÉ

El bebé dormía apaciblemente, como acostumbran a dormir todos los bebés, cuando un terrible estrépito le despertó. Abrió los ojos y se puso a llorar con desesperación. Nadie le dijo lo que había ocurrido, pero sí sabía que le faltaba la luminosa sonrisa de mamá.

LA MUJER EMBARAZADA

La muerte besó dulcemente en la boca a la mujer embarazada, y por segunda vez en dos mil años (en la otra ocasión recogió el último suspiro de un tal Jesús de Nazaret), gruesos lagrimones negros resbalaron de sus cuencas vacías. No hubo elección a la hora de cumplir la orden de aquel terrorista sin entrañas.

EL CONTESTADOR AUTOMÁTICO

Regresó a casa con el corazón desgarrado pero con la seguridad de que su esposa estaba viva. Mañana, le había dicho ella, en lugar de tomar el tren llevaré el coche, tengo que hacer algunas cosillas en Madrid.

Puso el contestador automático y oyó la desgarrada voz de su esposa llamándole desde el tren. El coche se había estropeado, lo que la obligó a subirse al tren del terror. Su voz se cortó tras la explosión y él no pudo soportarlo más. Perdió la consciencia.

Al recuperarse llamó a un familiar, quien le confirmó una y otra vez que su esposa estaba viva en un hospital. Lloró y se santiguó, pero su vida ya nunca sería la misma vida de todos los días.

HOMENAJE A LAS VÍCTIMAS DEL 11-M QUE VUESTRA SANGRE NO HAYA SIDO DERRAMADA EN VANO.

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