“In memoriam Marisol” (II), por César García Cimadevilla.

“In memoriam Marisol”, por César García Cimadevilla.

Creo que de alguna manera Milarepa está a mi lado, escogiendo las palabras que yo no sabría encontrar. Le he suplicado que te acompañe en tu camino por el más allá, hasta encontrar la paz que algunos ingenuos piensan encontrar en un mundo tan fugaz, tan frágil y a veces tan malvado en el que vale más el oro que el amor, la farsa de una imagen buscada por mezquinos intereses que el corazón desnudo. Ya nada se puede cambiar, el pasado, pasado está, la muerte es irreversible y el futuro sigue acercándose a nosotros, con su carga de incertidumbre y de karma. Pero permíteme que te diga lo que no pude decirte. Por suerte yo ya no tengo nada que perder, lo he perdido todo; ya no tengo ninguna imagen que conservar porque una vez fui pura basura para los ojos insensibles de quienes no quisieron conocerme porque eso tal vez les obligara a amarme. No se puede amar lo que no se conoce. Por eso yo quería conocerte, porque quería amarte. Fue una pena que no tuviéramos esa oportunidad. No trato de limpiar tu imagen, como suelen hacer los vivos con los muertos, como si la muerte lo cambiara todo y nos hiciera mejores de lo que somos, o disculpara todos nuestros errores. Tú sabes ahora que la imagen no importa nada, solo el amor es importante, y piensen lo que puedan pensar muchos de ti, en tu corazón había suficiente amor para recorrer el espacio lleno de monstruos que separa la muerte del mundo espiritual.

Espero que estas palabras y la compañía de Milarepa te ayuden a desapegarte de tus queridos animales, de las personas a las que quisiste, de este mundo al que te apegaste como nos apegamos todos, porque creemos que es lo único que existe, e incluso de mí. Espero verte en sueños y despedirte con un fuerte abrazo. Es curioso que yo, que he tenido tan poco apego a la vida, haya sido preservado, casi incluso con milagros, mientras otros, que han amado más la vida, ésta se las haya sido arrebatada, incluso de forma violenta. Son los misterios de la existencia que tal vez nunca pueda desentrañar. Hubo un tiempo en que hubiera cambiado mi vida por la de otros seres humanos que tal vez hubieran aportado más a la humanidad. Nunca sabré el motivo por el que aún permanezco aquí.  Pero mientras siga en este planeta de nuestros pecados, actuaré como un guerrero impecable, haciendo lo que tengo que hacer cuando tengo que hacerlo y confiando en que las fuerzas poderosas, que controlan y dirigen el universo, fueren las que fueren, me sean favorables. Veo tantas cosas que no me gustan, veo cómo la humanidad  sigue su  camino hacia el abismo, priorizando valores que apenas sí cuentan para algo y dejando de lado los valores que podrían hacer de este planeta un paraíso espiritual, que estos días no he podido dejar de pensar en lo bien que estaría contigo, caminando, acompañados de Milarepa hacia el mundo espiritual que nos aguarda.

Desde aquí, como si fuera el conductor tibetano que intenta guiar al difunto tras el momento de su muerte, para que pueda alcanzar la budeidad, te digo con amor: Marisol, no te apegues a tu cuerpo, a tus queridos animales, a tus seres queridos, a este mundo y sus aparentes placeres, a lo que ya conoces, a aquello de lo que desearías seguir disfrutando. Tu camino en la vida terminó, ahora te queda el camino hacia el mundo espiritual. Milarepa te acompañará y te ayudará. No importa preservar tu imagen, no importa lo que dejaste aquí, sino lo que puedes encontrar cuando te ilumine la luz. El tiempo está para los temporales y la Eternidad para los eternos. Tenía que decirte lo que te he dicho y lo acabo de hacer, sin miedo a que mi supuesta imagen se deteriore, a que se burlen los que creen saberlo todo y desconocen lo más elemental del ser humano: su capacidad para amar. Yo, de alguna manera ya estoy muerto, aunque siga habitando un cuerpo, por eso puedo ser sincero contigo y conmigo mismo. No sé cuánto tiempo me queda ni me importa. Ha sido un inmenso placer espiritual el conocerte. Como dice la filosofía del guerrero, no podemos salir huyendo cuando el Espíritu pone a alguien en nuestro camino. Un cúmulo inmenso de circunstancias hizo que nos conociéramos, una serie de obstáculos y desgracias, y sobre todo la maldad que te salió al paso  impidió que tu camino en la vida siguiera por otros derroteros más felices. Como guerrero hice lo que tenía que hacer cuando era preciso hacerlo. Como hermano tuyo estuviste siempre en mi corazón, esperando ese paso, que al final no pudiste dar.  Como discípulo de Milarepa le encomiendo tu alma. Y ahora, como humano que soy, me vuelvo al lecho para seguir llorando por ti y pasando el luto que todos los que amamos tenemos que pasar al fallecimiento de los seres a los que queremos. Esto es todo lo que tenía que decirte. Que tus seres queridos, aprendan la lección espiritual y sean consolados por tu pérdida. Si en otras ocasiones fui incapaz de mostrar mi amor fraterno, ahora, tocado por la mano de Milarepa, puedo atreverme a decir lo que siento en lo profundo de mi corazón. No importan las burlas, no importa lo que uno crea o deje de creer, solo importa el amor y esta humanidad doliente va a necesitar mucho amor si quiere superar lo que se le avecina.

QUE LA PAZ PROFUNDA TE ACOMPAÑE EN EL CAMINO, QUERIDA AMIGA, Y NOS ACOMPAÑE A TODOS EN ESTOS DÍAS DE TRIBULACIÓN

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *