“Hacia la normalidad institucional”, por Pedro Molina Alcántara.

Pedro Molina Alcántara.

Bueno, pues resulta que por fin parece que se va recuperando en Estados Unidos la normalidad institucional. Desde ayer lunes, el presidente electo Joe Biden por fin recibe el Informe Diario Presidencial, que contiene los análisis sobre seguridad nacional y temas similares de la llamada “comunidad de inteligencia” -hablamos de una comunidad puesto que integra a varias agencias federales-. Con este hito puede afirmarse que, aunque solo sea de forma tácita, no hay marcha atrás: la candidatura demócrata ha ganado las elecciones y esto es un hecho cuasi irreversible, toda vez que arranca la transición de una administración a otra en la que Biden será el próximo “comandante en jefe”, como se le suele denominar también en ese país al jefe del Estado.

Por otra parte, cada vez vamos conociendo más nombres de las personas que ocuparán los altos cargos en la próxima Administración Biden. Las mujeres tendrán un peso muy importante en el área comunicativa y en la económica. Quiero destacar el nombre de la economista Janet Yellen, próxima secretaria del Tesoro. Yellen fue nombrada por Obama en 2014 presidenta de la Reserva Federal -o FED, como también se la conoce-, en donde impulsó una política monetaria expansiva, que estimulase la creación de empleo, como así fue. Incluso durante la Administración Trump, pese a ser cesada, la FED ha continuado con una política monetaria similar. Desde la Secretaría del Tesoro afrontará el reto de liberar un nuevo paquete de estímulos  que alivie las maltrecha economía de familias y empresas. Para ello, tendrá que romper el bloqueo republicano en el Senado, lo cual no creo que la amedrente puesto que es toda una rompedora de “techos de cristal”: fue la primera mujer presidenta de la FED y será la primera mujer secretaria del Tesoro.

Por mucho que Donald Trump chille y patalee en los medios y en las redes sociales, manteniendo su versión de los hechos, la teoría del fraude electoral pierde cada vez más fuelle: parece que no hay corte, organismo gubernamental o legislativo tanto a nivel federal como estatal que la “compre”. Que el sistema electoral estadounidense es manifiestamente mejorable no es ningún secreto -y ya les vale, tratándose de la primera potencia mundial, la “tierra de la libertad”, bla, bla…-, si bien eso no quiere decir que las grietas del sistema le perjudiquen a él. De hecho, fue el mismo sistema, con las mismas vulnerabilidades, el que lo aupó a la presidencia hace cuatro años.

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