Galopando hacia la libertad

Mari Ángeles Solís del Río.

Por Mari Ángeles Solís del Río · @mangelessolis1.
Allá por 1977, un 21 de mayo, en plena primavera, ofrecía Rafael Alberti su primer mitin tras el exilio.

Rafael Alberti, poeta. Poeta que jugó con la política o político que jugó con la poesía… ¡¡Qué más da!!. El caso es que fue… en plena primavera.

Dicen que, cuando la poesía se politiza, se rebaja la pureza poética. No estoy de acuerdo. Como amante de la política, no estoy de acuerdo. Como mujer poeta, no estoy de acuerdo, no. Yo creo que se complementan.

El compromiso político, la defensa de una causa… ello es inseparable de la creación artística. Sin ir más lejos, un poema puede ser una reflexión ideológica.

Tal vez, esa magnífica unión y complementación es indiscutible en la trayectoria y en la poesía de Alberti.

Sus cabellos blancos que delataban vida vivida, su rebelde “caballo cuatralbo galopando “al sol y a la luna» declaraba a cada trote igualdad y libertad. Rebelde vanguardista, luchador estudiantil. Sus versos estallaron agresivamente, cuando escribió contra la dictadura de Primo de Rivera: “Será en ese momento cuando los caballos sin ojos se desgarren las tibias contra los hierros en punta de una valla de sillas indignadas junto a los adoquines de cualquier calle recién absorta en la locura…”.

A través de su sencillez coloquial, Alberti supo trasladar una magnífica y perfecta retórica que hace que se le recuerde más por su faceta de poeta que de político, a pesar de la enorme y crítica carga social de sus escritos.

Pero ahí está, en la historia. Poeta-político, político-poeta. Quiero reclamar ese espacio del alma que todos tenemos, porque todos somos un poco poetas… quiero reclamar ese espacio de nuestro ser que hierve, porque todos somos un poco políticos… y unirlos en una inmensidad aplastante. Aplastando injusticias que nos salen al paso, “galopa caballo cuatralbo…”.

Se puede decir mucho en un instante y se puede no decir nada en veinte años. El arma más honesta para difundir las ideas siempre será la palabra. Palabras para luchar contra la injusticia. Palabras para defender la libertad. Y, tras las palabras, los hechos siempre encaminados a la justicia social. En el momento en que se suceden las actuaciones políticas, miramos hacia atrás suavemente y, acaso, caemos en la cuenta que ya fueron susurradas por algún poeta, poeta de izquierdas, curioso… siempre la izquierda al lado de la cultura, del arte, de la poesía. Poetas de izquierdas, como Alberti, que galoparon contra viento y marea, uniendo su pluma con sus ideas y llegando a crear verdaderas obras de arte. Y esto no tendrá final, como el mar de Alberti, como el mar…

El “jinete del pueblo» que nunca se calló. Porque el silencio es cómplice de los silencios que siguen… y no dejan escuchar el grito de la sociedad que clama, que sufre, ese grito que se expande por las tierras suplicando ser escuchado. Esa es la gran verdad. Por ello poesía y política siempre irán de la mano, galopando hacia la libertad.

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