Galdós, punto de encuentro entre Literatura y Política

Por Mari Ángeles Solís del Río · @mangelessolis1.
Benito Pérez Galdós nació un 10 de mayo de 1843, en Las Palmas de Gran Canaria. Precisamente, hace dos días celebrábamos la conmemoración de su nacimiento. Y falleció en Madrid, un 4 de enero de 1920, en la calle Hilarión Eslava, en pleno Chamberí.
En política destacó por ser Diputado a Cortes.
En literatura es considerado como uno de los mejores escritores del siglo XIX. Destacó en dos movimientos, el Realismo y el Naturalismo. Los géneros que cultivó fueron la novela, el teatro y la crónica. Y llegó a ser miembro de la Real Academia Española.
Transformó el panorama novelesco español en su época, apartándose de la corriente romanticista en pos del realismo y aportando expresividad y hondura psicológica.
Según Máx Aub, Galdós asumió el espectáculo del pueblo llano y lo reflejó “artísticamente transformado».
Desde 1897 fue académico de la Real Academia Española y llegó a ser propuesto al Premio Nobel de Literatura en 1912.
Siendo aún niño, su padre le aficionó a los relatos históricos contándole anécdotas vividas en la Guerra de la Independencia.
Galdós colaboró en la prensa local con poesías satíricas, ensayos y algunos cuentos. Obtuvo el título de bachiller en Artes en 1862 en Tenerife, para, posteriormente, trasladarse a Madrid a estudiar Derecho.
En Madrid tuvo profesores como Adolfo Camus, Fernando de Castro, Valeriano Fernández y Francisco Chacón Oviedo. En la Universidad conoció al fundador de la Institución Libre de Enseñanza, Francisco Giner de los Ríos, que le animó a escribir. Frecuentó teatros y tertulias, llegando a formar una con paisanos suyos, como José Plácido Sansón y Nicolás Estévanez. Acudía asiduamente al Ateneo donde conoció a Leopoldo Alas Clarín.
Su primer viaje al extranjero fue a París en 1867, como corresponsal de la Exposición Universal. Tradujo a Balzac y Dickens, con tintes cervantinos, que publicó por entregas en La Nación.
En la llamada revolución de 1868, en la cual cae Isabel II, Galdós regresaba de su segundo viaje a París hacia Canarias. Se bajó en la escala que hizo el navío en Alicante, y se acercó a Madrid para ver personalmente la entrada de los generales Francisco Serrano y Prim. Al año siguiente, en 1869, se dedicó a hacer crónicas periodísticas sobre la elaboración de la nueva Constitución.
En ese mismo año, 1869, se trasladó a vivir en el barrio de Salamanca, en la calle Serrano número 8, con su familia. Formaba parte de la redacción de las Cortes. Ya en 1870 publicó su primera novela, La Fontana de oro que sirvió de parapente para su magnífico trabajo que desarrolló en los Episodios Nacionales como Cronista de España.
El año 1873 fue en el que comenzará a publicar los Episodios Nacionales, grandiosa crónica del siglo XIX que recoge la memoria histórica de los españoles, desde su vida íntima y cotidiana, hasta el contacto con la historia que marca el destino colectivo de España. Está compuesta por 46 episodios que arrancan con la Batalla de Trafalgar y acaba con la Restauración Borbónica.
El conjunto de los Episodios Nacionales, es una de las obras más importantes de la literatura española y marcó la evolución de la novela histórica. La perspectiva de Galdós varía desde la primera parte épica hasta el escepticismo final, pasando por la postura socialista-anarquista.
Desde su llegada a Madrid, una de sus mayores aficiones era visitar el Ateneo, en la calle Montera, y allí hizo amistad con intelectuales y políticos, tales como Marcelino Menéndez Pelayo, Antonio Cánovas del Castillo o Francisco Silvela. Frecuentó también otras tertulias, como las del Café de la Iberia, la Cervecería Inglesa y la del viejo Café de Levante.
El auge del Naturalismo en Francia afectó sus ideas narrativas y en 1881, dio un notable giro publicando La desheredada.
En su faceta política, además de ser diputado, Galdós presidió junto a Pablo Iglesias la coalición republicano-socialista. Criticó siempre la corrupción de quienes entonces gobernaban España. Y consideraba que la crisis política tenía su origen en la alternancia entre partidos políticos, cuyos líderes parecían movidos únicamente por el interés de mantenerse en el poder, sin importarles el bienestar de la sociedad.
Galdós sienta en una encrucijada a la política y a la literatura, provocando un choque del que resultaron obras que, además de transmitir belleza, reflejan el alma del pueblo llano, con una magnífica transformación artística.

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