Estados Unidos bombardea Siria

Estados Unidos bombardea Siria
Un misil estadounidense cruza el cielo durante la noche en Damasco.
Un misil estadounidense cruza el cielo durante la noche en Damasco.

“Misión cumplida”, tuiteó Trump tras el ataque.
Después de casi una semana desde que comenzaran las amenazas y advertencias, Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, ordenó, en la madrugada de ayer, el bombardeo con misiles a Siria, con tres objetivos: un centro de investigación, cerca de Damasco, un almacén y un puesto militar en Homs. En su comparecencia, el presidente norteamericano se dirigió a los aliados del régimen de Bashar al Assad: “A Irán y a Rusia, les pregunto, ¿qué clase de nación quiere ser asociada al asesinato masivo de hombres, mujeres y niños inocentes? Ninguna nación puede tener éxito a largo plazo promoviendo Estados fallidos, tiranos brutales y dictadores asesinos. Rusia debe decidir si prosigue por la senda oscura o si va a sumarse a las naciones civilizadas como una fuerza de estabilidad y paz. Ojalá algún día podamos ir con Rusia, e incluso con Irán”.
En pleno ataque, en la misma línea que viene mostrando desde hace tiempo, de salir de la zona en conflicto, manifestó que “no nos hacemos ilusiones, no podemos purgar el mundo del mal ni actuar en todos los sitios donde hay tiranía. No hay sangre americana suficiente para lograr la paz en Oriente Próximo. Podremos ser socios y amigos, pero el destino de la región está en manos de su propia gente”. Así, a primeros de abril, Trump volvió a defender abandonar la zona y repatriar a los dos mil soldados estadounidenses allí destinados. “No sacamos nada de ello. No tenemos nada, excepto muerte y destrucción. Es horrible”.

Se repite la situación de hace un año
El ataque a Jan Sheijun fue un punto de inflexión. Murieron 86 personas, entre ellas decenas de niños. La represalia no se hizo esperar, a pesar de que Moscú y Damasco negaron su participación, como han reiterado ahora. Estados Unidos lanzó 59 misiles Tomahawk contra la base aérea de Shayrat, en Homs. Con este ataque he conseguido eliminar el 20% de la aviación militar siria y no cayó ningún soldado estadounidense ni ruso, lográndose, también, que Al Assad prescindiera del arsenal químico, aunque volvió a utilizar gas cloro contra los rebeldes en ataques selectivos. Tras el ataque a Duma, Estados Unidos, Francia y Reino Unido entendieron que se había traspasado la línea roja y se había desafiado la prohibición de usar armas químicas. El efecto disuasorio de hace un año se había diluido y había que asestar un golpe más definitivo. Trump puso en marcha la maquinaria de guerra, movilizó a la diplomacia ya para formar una coalición internacional y advirtió con tiempo suficiente de que los responsables pagarían “un alto precio”.
Para justificar la ofensiva, el Gobierno estadounidense indicó que tenía fotografías con víctimas que presentaban daños compatibles con el uso de gas cloro, testimonios de personal médico, datos de inteligencia y testigos directos. A ellos se une que la Casa Blanca asegura haber registrado “30 incidentes separados en los que Siria ha empleado armas químicas, incluido un ataque con gas sarín en noviembre pasado. Rusia e Irán comparten responsabilidad con las brutales acciones del régimen de Al Assad”. Así, cerca de las 21:00 del viernes, Trump pulsó el botón y centenares de misiles Tomahawk fueron lanzados. Jim Mattis, secretario de Defensa, y James F. Dunford, jefe del Estado Mayor, explicaron que la operación se diseñó para evitar daños a civiles. También se emplearon bombarderos B-1, cuatro Tornado GR4 s, aportados por Reino Unido, y dos fragatas y aviación por parte de Francia.

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