El Real Madrid supera heroicamente la eliminatoria frente al Bayern y pasa a la final en un partido épico

El Real Madrid supera heroicamente la eliminatoria frente al Bayern y pasa a la final en un partido épico

Partido agónico.
Una de las grandes citas en el Santiago Bernabéu que difícilmente se borrará de la retinas de los aficionados madridistas.
Un empate a dos en el que alemanes y españoles no bajaron las espadas hasta el último segundo. Un último momento en el que el Bayern tuvo la oportunidad de pasar la eliminatoria por los pelos.
Comenzó el partido con el mazazo durante los primeros minutos por parte de los alemanes. Un gol que abrió las esperanzas de los teutones durante cada minuto del partido. Pero los blancos no bajaron los brazos pese a la tempranera diana -minuto 2- y el empuje y el coraje obtuvieron su recompensa tan solo 8 minutos después con un soberbio cabezazo de Benzema que hacía parecer, falsamente, que se ponían las cosas en su sitio.
Los bávaros ponían cerco constantemente a la puerta madridista y el Real Madrid se limitaba a esperar su oportunidad, al contragolpe, con el incisivo cuchillo de Asensio penetrando en la medular germana con el descaro al que nos tiene acostumbrados. Pero la recompensa no llegaba, hasta que, fruto de la presión asfixiante que la delantera ejercía sobre la zaga alemana, cuando hasta allí se llegaba, un desafortunado Ulreich comete un error que Benzema, que siempre está al quite, aprovecha para marcar el gol psicológico al poco de comenzar la segunda mitad. El galo va cien veces a aprovechar los fallos y casi nunca sale bien. Esta vez sí. Hay que estar.
El relato se repitió en la segunda mitad, con los dos centros del campo descompuestos, con llegadas de uno a otro lado, con un Müller inconmensurable y un Ribéry desesperado, con un Cristiano con demarques prodigiosos, que no llegaron a buen puerto, y un Benzema prestando apoyo a los mediocentros, despistando a la defensa bávara, y bárbara, que no sabía si seguirle o quedarse por si Kovačić hacía de las suyas. Y un Keylor al que habría que hacerle un monumento, porque paró de todo, aunque poco pudo hacer en el momento en que James, en el minuto 62, y a pase de barullo, encontró puerta, no sin mérito porque hay que saber apuntar, y él sabe hacerlo. 2-2. El colombiano pidió perdón. Si el Real Madrid se alza finalmente con la decimotercera, Florentino lo va a tener difícil para justificar el reemplazo del costarricense por otro guardameta.
A partir de ahí, la agonía. Los muniqueses empezaron a creerselo y los blancos a temérselo. Pero el tercer gol no llegó ni a un lado ni a otro. Al final, tablas y el Real Madrid se planta por tercera vez consecutiva en la final, algo inédito hasta ahora en esta competición bajo este formato, a tratar de hacerse con la Orejona en propiedad, algo también inédito. Jupp Heynckes, que se hizo cargo del banquillo de Múnich hasta final de temporada por hacer un favor a sus amigos del Bayern, dijo tras el encuentro que los blancos merecieron pasar la eliminatoria porque ellos, los alemanes, cometieron demasiados errores. Para gustos, colores.
Los héroes del encuentro, Benzema, autor del doblete madridista, y un Keylor Navas que se convirtió en el verdadero salvador del Real Madrid, al más puro estilo Iker, en una nueva noche mágica en Concha Espina. Aun así, recuerden. Solo es fútbol.

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