La Ley de la Casa Imperial japonesa impide que su hija se convierta en emperatriz.
Naruhito ya es emperador de Japón. El pasado 1 de mayo, tras la abdicación de su padre, Akihito, accedió al Trono del Crisantemo. Hacía 200 años que no se producía un hecho así.
Nacido el 23 de febrero de 1960, Naruhito es el hijo mayor del emperador Akihito y la emperatriz Michiko. Se convirtió en el heredero al trono tras la muerte del emperador Hirohito en enero de 1989 y pasó a ocupar oficialmente el cargo en febrero de 1991. Es graduado en Historia por la Universidad Gakushuin en Tokio en 1982, y donde completó el doctorado en Humanidades en 1988, y estudió otros tres años para terminar el mismo grado en el Merton College de la Universidad de Oxford.
Naruhito atrajo el foco mediático mundial cuando se anunció, en 1993, su compromiso con Masako Owada, una diplomática de carrera graduada por la Universidad de Harvard. En junio de ese mismo año contrajeron matrimonio. Fruto de él, nació su hija la princesa Aiko, que hoy tiene 17 años. Todo podría indicar que Aiko, en pleno siglo XXI, se convertirá en la princesa heredera.
Sin embargo, la Ley de la Casa Imperial nipona impide que una mujer suceda a su padre en el Trono del Crisantemo, porque el heredero debe ser “un vástago varón del linaje imperial”. Por tanto, será el príncipe Akishino, de 53 años y hermano del ya emperador, quien se convierta en el heredero al trono.
Con todo, Japón no es ajeno a tener emperatrices. De hecho diez mujeres han ocupado el más alto cargo del imperio, desde Suiko, entre 592 y 628, hasta la emperatriz Gusakuramachi, que reinó entre 1762 y 1770.
Naruhito recibió los símbolos tradicionales del trono, llamados Sanshu no Jingi, entre ellos una espada sagrada y joyas. Después, se reunió con Shinzo Abe, primer ministro japonés, y con otros representantes de la población en el ritual llamado Sokui go Choken no gi. Tras estas ceremonias, se inicia una nueva era que ha sido denominada Reiwa, bonita armonía, y que es la 248 del país.