“El futuro da risa. Ola de frío”, por César García Cimadevilla.

César García Cimadevilla caricaturizado.

La mercenaria voz de una locutora de radio intenta convencer a los habitantes de la casa de las grandes ventajas que ofrecen los almacenes “Stock-pour-toujours”.

“No se preocupe usted de la ola de frío y compre edredones ‘Sueños de oro’. Sueños arropados, sueños cálidos, mientras en el exterior el aire se congela. Espere la llegada de la próxima primavera con edredones ‘Sueños de oro’ y reciba como regalo una mantelería decorada por el gran diseñador Andy Jorjol. Hermosos soles harán cálidas y apasionadas sus cenas junto al fuego del hogar”.

El anuncio se repite cada media hora, de forma machacona, incordiante, plena del encanto de la publicidad diseñada para idiotas. Luego sobreviene un silencio frío, ominoso, en la radio digital a prueba de las más bajas temperaturas. Diseñada por la empresa “Electronic Anticongelator”.

Los silencios son debidos a que todo el equipo de “Onda Fuego” permanece en sus puestos… congelados hasta los huesos. La publicidad sale a las ondas puntualmente gracias a la solidez y perfección de los ordenadores fabricados por Electronic. Los habitantes de la casa en cuestión han sufrido la misma suerte: el padre permanece en el retrete con una revista de “Venus de fuego” entre las manos y una gran sonrisa satisfecha en su rostro de hielo; la madre, con la plancha de Electronic en su congelada mano derecha, mira con ojos yertos cómo el calor, que sigue conservando esta pequeña maravilla doméstica, ha hecho un agujero en forma de plancha en la camisa de su marido (la mesa de madera humea con la lentitud con que ascendería el humo de un cigarrillo que empezara a congelarse); el hijo mayor demuestra una gran alegría gélida frente al video juego, en el ordenador de Electronics, en cuya pantalla aún siguen matándose figuras virtuales de gran realismo y en cuanto se refiere al hijo menor se ha congelado en su habitación, en una postura indescriptible, frente a la consola mágica de “Electronics Anticongelator”.

Por toda la ciudad de Metrópolis se pueden observar escenas similares: una familia frente al televisor Electronics, por supuesto, en el que continúan programando películas por cable. En un coche, parado ante un semáforo, que pasa del verde al ámbar y de éste al rojo con puntualidad Electronics, el conductor tiene la mano, congelada, bajo la falda, congelada, de su acompañante. Ambos sonríen glacialmente, mientras por la radio, marca Electronics naturalmente, se oye una canción de Leonard Cohen. Ha fallado estrepitosamente la calefacción, que no es precisamente de nuestra marca favorita.

En el campo un grupo de vacas congeladas, en una granja de última generación, se ha quedado con el mugido en la boca, en protesta por la música que sigue expandiéndose desde los altavoces JX-124, de Electronics, a prueba de congelación. Y en el Polo Norte la última familia de osos polares permanece congelada, de pie sobre el hielo, con las fauces abiertas en señal de protesta.

¿Cómo es posible que alguien pueda estar narrando los efectos de la última y definitiva ola de frío? Se preguntarían ustedes en el caso de que no estuvieran plácidamente congelados. Voy a satisfacer su gélida curiosidad: yo soy el ingeniero jefe de “Electronics Anticongelator”. El último y definitivo golpe de frío me pilló embutido en un traje experimental, diseñado para soportar las temperaturas más bajas que podría generar el universo en primera fase de glaciación.

Sigo vivo, es cierto, ¿pero ahora quién me calienta a mí…? Ustedes me entienden.

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