“El florecimiento de la poesía después de la Guerra Civil Española II”, por Mari Ángeles Solís.

Mari Ángeles Solís del Río.

La semana pasada hablábamos del empobrecimiento cultural que supuso la Guerra Civil en la literatura española. Y también de cómo, tras la contienda, fueron viendo la luz publicaciones como la revista Escorial en 1940. La poesía empezó a florecer tímidamente en un escenario dominado por el fascismo. Sin embargo, en 1943 nació la revista Garcilaso que, en sus publicaciones, procuraba huir de la devastación existente y no sufrió el yugo ideológico.

Pero el gran paso para que el ámbito poético volviese a ver la luz en nuestra literatura fue ya en 1944, cuando Dámaso Alonso publicó Hijos de la ira. Ese mismo año, se le uniría Vicente Aleixandre con Sombra del paraíso. Marcando ese hilo de la poesía existencial que habían iniciado Alonso y Aleixandre, destaca además Blas de Otero con su obra Ancia. José Hierro se une también a aquel existencialismo que supondría un antes y un después en la poesía española de postguerra. Pero el existencialismo no es la única tendencia surgida en este periodo. Es de destacar el neobarroquismo que instaura el grupo Cántico de Córdoba de Pablo García Baena y el vanguardismo del grupo creado por Carlos Edmundo de Ory.

Más adelante, nos detendremos en estas publicaciones y tendencias mencionadas anteriormente, detallando sus principales características. Pero, continuando el hilo de lo tratado la semana pasada, es preciso destacar el gran número de revistas con manifestaciones poéticas que surgen en los años 40.

Algunas de esas revistas, además de las mencionadas Escorial y Garcilaso, son Proel, nacida en 1944 y que la conformaron nombres de la “quinta del 42” de Santander, es el caso de José Luis Hidalgo o José Hierro. Otras publicaciones son Espadaña (1944), Postismo (1945), La Cerbatana (1945), Verbo (1946), Cántico (1947), La isla de los ratones (1948) o El Pájaro de Paja (1950).

La tendencia poética que se traslada en estas revistas es de una actitud comprometida, testimonialista y exasperada, con el objetivo de rehumanizar la lírica en aquellos momentos adversos.

Para intentar sentar las bases de la poesía española de postguerra (años 40), es preciso señalar que esa poética está realizada por la Generación del 36, también conocida como la Generación escindida. La cual se halla dividida en dos grupos que mantienen nexos con los diferentes bandos de la contienda.

Por una parte, se encuentra la poesía clasicista o arraigada, en la que se encuadran las revistas Escorial y Garcilaso. Su visión del mundo es ordenada y serena, teniendo como referentes a los clásicos del Siglo de Oro. Sus poemas se caracterizan por el deseo de una belleza formal. Su temática está basada en temas tradicionales, tal es el caso del sentimiento religioso, la familia, el amor o el paisaje. Utilizan estrofas y medidas clásicas, como el soneto y los versos endecasílabos. Los poetas más destacados de esta corriente “arraigada” son: Rafael Morales con Poemas del toro (1943), Leopoldo Panero con Escrito a cada instante (1949) y Luis Rosales con La casa encendida (1949).

Por otra parte, nos encontramos con la poesía existencialista o tremendista, catalogada como “desarraigada”. Los autores de esta corriente son de los que conformaron la revista Espadaña. La temática viene de la mano de la circunstancia histórica de la postguerra y el sufrimiento del hombre por esa situación. Ese sufrimiento y la angustia están enfrentados a un mundo caótico, ya que es la realidad vivida por la sociedad en aquellos momentos. En esta corriente destacan los poetas Dámaso Alonso con Hijos de la Ira (1944) y Victoriano Crémer con Poesía total (1966).

Situados al margen de estas dos corrientes (poesía arraigada y poesía desarraigada), encontramos otros poetas como José María Valverde con Hombre de Dios (1945) o José Hierro con Tierra sin nosotros (1947). Es de destacar que Hierro comenzó realizando poesía intimista pero, posteriormente, se fue vislumbrando en poesía social.

Gran importancia tuvieron también Carlos Edmundo de Ory, conocido por ser fundador del Postismo (postsurrealismo español), cuya pretensión era recuperar la poesía vanguardista. Y el grupo Cántico, creado en 1947 en Córdoba, entre otros, por Pablo García Baena, y cuya poesía tenía como referente a Luis Cernuda.

Para finalizar, es preciso declamar el inmenso daño que se hizo a la literatura durante la Guerra Civil, llevándola al más extremo oscurantismo. El florecimiento vendría años después de finalizada la contienda pero, todo ello, marcado por el aislamiento internacional, represión política y la censura: consecuencias del régimen dictatorial.

Las etapas que atraviesa la literatura después de la guerra vendrá condicionada por los acontecimientos históricos. La falta de libertad ahoga cualquier manifestación artística. La ausencia de libertad ahoga la poesía.

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