“El Brexit cambia al sector agrícola británico”, por Francisco Villanueva Navas.

Francisco Villanueva Navas.

Francisco Villanueva Navas · @FranciscoVill87. Economista y periodista financiero.
La Unión Europea se caracteriza desde su creación por la protección del sector agrícola y ganadero y por intervenir en los países miembros para regular las producciones del sector agrícola y ganadero europeo. La reducción de los subsidios ha desatado una ola de innovación en la producción agrícola que incluye la incorporación en gran escala de la siembra directa en Reino Unido.

Un cambio fundamental provocado por la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea/ UE (Brexit) es que ha roto con la “Política agrícola común” PAC, que es el núcleo del proteccionismo agrícola europeo y de la regulación burocrática característica de Bruselas.

En los últimos cinco años el sistema de subsidios de la PAC, se realizan a medida que a más tierra explotada más pagos reciben, y ahora en cambio se abona según lo que se ha producido. No es un criterio espacial el que está vigente, sino productivo.

Además, el sistema de subsidios británicos en conjunto ha entrado en un camino descendente, en que disminuye el 30% por año, y concluye definitivamente en 2027, según la decisión tomada por el Gobierno de Boris Johnson.

El cálculo del gobierno británico es que sólo en el sudeste de Inglaterra, la eliminación de los subsidios directos implica una mejora de los ingresos fiscales de 883 millones de libras esterlinas (895 millones de euros). Esto sucede cuando el total de subsidios agrícolas de Inglaterra asciende entre 2022 y 2024 a 2.400 millones de libras esterlinas por año (2.600 millones).

El nuevo sistema británico post–Brexit ha desatado una ola de innovación en la producción agrícola, encabezada por un despliegue notable de la ingeniería genética, destinada a provocar un mejor uso de los nutrientes de la tierra y a el surgimiento de plantas con resistencia a distintas enfermedades y la sequía, todo esto dentro de una agricultura de precisión milimétricamente orientada.

También hay un retorno hacia una agricultura más natural y menos capital – intensiva lo que es arrastrada por un alza del precio de la energía de más de 700% el último año, acompañada por la duplicación del valor de los fertilizantes. Este proceso de regeneración agrícola, que incluye la incorporación en gran escala de la siembra directa, sucede en todos los sectores rurales de Gran Bretaña. Su objetivo es ante todo renovar y conservar los suelos, para capturar el mayor número posible de dióxido de Carbono, y de esa manera incrementar la producción y salvaguardar el Medio Ambiente, en un doble esfuerzo combinado.

Las soluciones que propone esta agricultura se basan en respuestas biológicas y no químicas, que incrementan la biodiversidad y mejoran las condiciones de los suelos de retener y filtrar las aguas de lluvia.

El agro británico enfrenta ahora el doble desafío de los acuerdos de libre comercio con Australia y Nueva Zelanda, que implican el ingreso en gran escala de productos agroalimentario de ese origen, sobre todo carnes.

En los primeros 10 años estos tratados de libre comercio limitan el acceso de las carnes de Oceanía en la forma de cuotas, para luego abrir irrestrictamente el mercado británico después de 15 años del comienzo del tratado.

En el caso de Nueva Zelanda, el acuerdo implicaría un incremento de 60% en el intercambio bilateral en los 15 años iníciales, y agregaría 800 millones de libras esterlinas a la economía del Reino Unido, en tanto que para Australia el auge del comercio entre los dos países alcanzaría a 10.400 millones de libras esterlinas. Ambos tratados estarían ratificados y operativos en el primer trimestre de 2023.

La falta de operarios es la principal restricción del agro británico en la etapa post Brexit. La Unión Nacional de Agricultores estima que la carencia de trabajadores extranjeros acarrea una pérdida de 60 millones de libras esterlinas por año, lo que afecta sobre todo a la producción de frutas y hortalizas.

Esta brutal carencia es el resultado de la finalización del libre movimiento de personas característico del régimen de la Unión Europea (UE). En la etapa post Brexit, el gobierno británico estableció un sistema de visas provisorias para trabajadores agrícolas extranjeros vigente hasta 2024.

Este sistema otorga unos 38.000 visados por año que cubren aproximadamente 3/5 partes de las necesidades del sector frutihortícola.

La actividad frutihortícola es la más afectada por la carencia de trabajadores extranjeros, debido a que las altas temperaturas propias del periodo hacen que el plazo para levantar la producción se haya acortado en forma drástica e imperiosa.

El resultado ha sido una pérdida de hasta 40% de las producciones frutihortícolas. Es un sector que requiere casi 70% de trabajadores extranjeros y temporarios, y más de 2/3 estarán ausentes el próximo año.

El Brexit es un punto de inflexión para el agro británico, y la etapa previa de plena integración con la Unión Europea (UE) queda muy atrás, en otro tiempo histórico.

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