El BCE se divide en dos

El BCE se divide en dos

Hay grandes diferencias en el seno del Banco Central Europeo (BCE) porque, a pesar de que ha quedado demostrada su decisión de actuar, no es unánime respecto al modo de hacerlo. El peligro es que esto lleve a cuestionar al banco y que pierda credibilidad.

Será uno de los retos a los que deba enfrentarse Christine Lagarde, la nueva presidente del organismo, cuando asuma su cargo el 1 de noviembre. “Tendrá que calmar el debate y colmar las lagunas”, dicen los expertos de Berenberg. “Algunos desacuerdos son normales y pueden ser saludables, pero el BCE debe tener cuidado”, advierten.

Desde Danske Bank destacan que la cuestión está en que hay “desacuerdo sobre cómo actuar”. “Los mercados siguen cuestionando la capacidad y la voluntad del BCE para hacer todo lo que sea necesario” ante una situación como un Brexit sin acuerdo.

De hecho, en las actas no queda reflejado ese extremo. Tampoco se habla de un repunte de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, por lo que se ha de suponer que la actuación del organismo europeo no será inmediata, con las consecuencias que eso puede tener.

Tal es así que en esa firma danesa no esperan nuevas medidas aparte de las ya adoptadas al retomar la compra de activos (QE). “Esperamos que se mantenga al margen en la reunión del 24 de octubre, pero la reciente caída de las expectativas de inflación aumenta la probabilidad de que el BCE tome nuevas medidas en la reunión de diciembre (o a principios del año que viene), aunque todavía no está claro en qué consistirán”, indican.

Hay dos claros bandos en el seno del BCE. Por un lado, los partidarios de la medida adoptada y anunciada por Mario Draghi, y los detractores, muy críticos con ella, aunque no tanto con la necesidad de bajar los tipos de interés. Incluso llegaron a proponer un recorte de estos hasta el -0,6% a cambio de excluir el QE del paquete de medidas.

En Berenberg explican que “la pluralidad de opiniones dentro de los bancos centrales es esencial, pero también lo es la identidad corporativa”. “Últimamente el BCE no ha hablado con una sola vez”, precisan.

Es algo que ayudaría a trasladar su mensaje “de forma más eficaz”, evitando, así, los recelos suscitados en los mercados. “Todos los representantes deberían centrarse en explicar conjuntamente la decisión al público, más que en destacar las diferencias”, insisten.

Las diferencias son evidentes. En la reunión de septiembre, el holandés Klass Knot se opuso clara y abiertamente al paquete de medidas acordado, a la vez que la alemana Sabine Lautenschlaeger se marchó por su completo desacuerdo con los estímulos aprobados.

Incluso Luis de Guindos, vicepresidente del BCE, mostró sus dudas acerca de la idoneidad de estos, señalando que los paquetes como este solo deberían usarse una vez al año y sin demasiada frecuencia porque perjudica su eficacia.

“Dado que la caja de herramientas convencional del BCE parece cada vez más vacía, el compromiso del banco central de pensar de forma aún más poco convencional debería incluir finalmente también medidas que estimulen la demanda de la economía”, aclaran desde Danske.

El organismo “debe enviar señales claras de políticas claras”. Solo de este modo podrá trabajar “de la manera más eficaz posible en un entorno económico mundial difícil”, demandan los expertos de Berenberg.

Desde esta firma alemana señalan que Lagarde tiene que, como primera medida, “persuadir a los responsables de la toma de decisiones para que se pongan de acuerdo sobre una combinación de políticas más equilibrada entre los ámbitos monetario, fiscal y estructural” para ir calmando el ambiente.

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