Hará cosa de mes y medio comenzamos mi madre y yo a ver desde su primer episodio la mítica serie televisiva ambientada en la política estadounidense The West Wing -El Ala Oeste de la Casa Blanca, en castellano-. En ella, el carismático -y ficticio- presidente Bartlet, junto con su gabinete, intentan sacar adelante su agenda política y legislativa, con aciertos y errores; y sorteando a unas cámaras de mayoría republicana -el presidente Bartlet es demócrata-.
Josiah Bartlet es, en líneas generales, buena persona, un economista erudito que sabe mucho de casi todo y, en ocasiones, llega a aburrir a su equipo con sus amplios conocimientos. Sabe escuchar a su gente o, al menos, lo procura; y es paciente con ciertas meteduras de pata que a muchos exasperarían. Con sus rivales políticos y con los grupos de presión tiene cintura pues aunque no es un perfecto estratega tiene buen olfato a la hora de intuir cuando es preciso tender la mano -la mayoría de las ocasiones- y cuando debe imponer su autoridad.
Para cualquier país sería un lujo contar con un presidente como Bartlet pero más aun si cabe para los USA en un contexto de polarización política como el actual, muy acentuada en dicho país. Si bien el candidato demócrata Joe Biden no llega al listón presidencial que esta obra de ficción impuso, de Donald Trump ya mejor ni hablemos. Es un presidente que instrumentaliza la Casa Blanca -pagada por todos los contribuyentes y no solo por sus seguidores- para dar su discurso de aceptación de la nominación como candidato a la reelección presidencial por el Partido Republicano, que continúa agitando el fantasma del fraude electoral -llegando a animar a sus votantes, medio en broma, medio en serio; a votar dos veces, una presencialmente y otra por correo- y que no tiene empacho en afirmar que merece un tercer mandato, algo que está prohibido por la 22ª Enmienda a la Constitución de los USA.
En fin, queridas lectoras y queridos lectores, os dejo por hoy que voy a ver si veo un nuevo capítulo de mi serie favorita antes de acostarme, que no quiero que se me haga muy tarde que mañana hay que madrugar.