Editorial “Un gobierno para la CUP”

La CUP quiere un gobierno a su imagen y semejanza. Dicen que representan al pueblo y a la mayoría de los trabajadores (el resto no son, ni pueblo, ni trabajadores). De ellos dependió el Gobierno de la Generalitat de la pasada legislatura y de sus votos depende el próximo.
A ver si nos ubicamos y les colocamos en el mapa. La CUP obtuvo la abrumadora y aplastante mayoría de cuatro escaños de un total de 135 en el Parlament. Tan demoledora proporción, empero, le permite ser bisagra o más bien cerrojo.
Tiene sólo 382 concejales de un total de nueve mil ediles que forman parte de los ayuntamientos de Catalunya. En definitiva, para ubicarnos, para colocarles en el mapa, son muy pocos.
Están liderados por David Fernández, hijo de leonés y de zamorana, y tienen por ideología sus posiciones antisistema. Su rostro más conocido y resueltamente independentista, sin embargo, es el de Anna Gabriel, hija de minero de Huelva por parte de padre y nieta de minero de Murcia por parte de madre.
Provienen de la Assemblea Municipal de la Esquerra Independentista (ASMEi) de mediados de los ochenta. Se alimentaron de las divisiones de aquel Partit Socialista d´Alliberament Nacional dels Països Catalans, los que se fueron a montar Independentistes dels Països Catalans y posteriormente los que conformaron el Moviment de Defensa de la Terra. Casi todo ello confluyó en Endavant-Organització Socialista d´Alliberament Nacional y, por ende, se presentan como Candidatura de Unidad Popular. Es decir, la CUP, cuyo apoyo social es similar al número de socios del Barcelona FC.
Pues bien, de estos depende el gobierno de Cataluña. Un gobierno plurinacional, claro, conformado con murcianos, ovetenses, leoneses y zamoranos. Esto es España. No le den más vueltas.

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