Editorial “Elogio a la decencia”

La decencia es condición indispensable para dedicarse a la vida pública. La honradez en la gestión de los intereses colectivos es característica imprescindible en el modo que hacer, en la forma de actuar y en el fondo de ser de la política.
Cuando alguien falta a la verdad gravemente, oculta o disimula errores privados que le inhabilitan para el quehacer público, debe dimitir. Debemos ser escrupulosos, que no puritanos, a la hora de juzgar a nuestros políticos.
Pero una dimisión no soluciona el problema. El Partido Popular en la Comunidad de Madrid ha convertido la vida pública en un estercolero. Allá donde se rasca se obtiene información que delata una época convertida en régimen de corrupción y, sobre todo, de impunidad.
Por eso no basta, como dice el PP o Ciudadanos, que Cifuentes sea sustituida por otro. El problema de la corrupción en Madrid no es Cifuentes, más allá de sus propios errores, sino un sistema de intereses, una red impresentable, una tela de araña, que ha podrido las instituciones madrileñas.
La regeneración, entonces, pasa por un candidato ajeno al Partido Popular.

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