Editorial: «Democracia y movilizaciones»

La izquierda siempre ha defendido las movilizaciones y las manifestaciones. La manifestación pública de las colectividades, las calles, en el fondo y la forma, el elogio a la libertad.
Pero las movilizaciones no pueden ser una forma de imposición de una minoría a una mayoría. Ni siquiera una imposición de una mayoría a una minoría. No pueden coaccionar a los demás, imponer sus tesis sobre aquellos que no participan en el ideario de la movilización.
Una movilización no es una amenaza y menos desde aquellos que están protegidos por las normas. La opinión pública eleva su voz en la calle y manifiesta a los demás una parte de sus reivindicaciones.
Pero las movilizaciones no están por encima de las urnas. Igual que los independentistas no están por encima de los constitucionalistas. A una manifestación secesionista le sucede una convocada por demócratas. Eso es libertad. La opinión es siempre defendida por la ley.
La democracia, el respeto y la razón lo son también.

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