Editorial “11M”

Fue el día más triste que hayamos vivido. Todo se volvió gris y todo se tiñó de bruma. Los pasos se daban más lentos y las miradas huían las unas de las otras. Helaban los instantes más que el frío.
Fueron días vergonzosos en los que un Gobierno mentía desaforadamente mirando de reojo unas elecciones. No les bastaban las trampas que ahora se desvelan que hacían, sino que tuvieron que mentir sobre los muertos.
Días de angustia y de náusea. Pensando en las víctimas, en su dolor, en las familias. En el por qué, en las razones y en la intolerancia. ¿Cómo se puede matar a los inocentes sin que se detenga la maldad por un instante?
Esta mañana estaremos a las 10 en Atocha, junto a los sindicatos. Y a las 12 en el Retiro. Y por la tarde en Santa Eugenia. Y al anochecer en El Pozo. El recuerdo imborrable de aquellos días, mantiene vivos a los que nunca debieron marcharse.

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