C´s se encuentra ahora entre la desaparición y la subsistencia. Tras haber obtenido un 3,6% de votos, su presencia en el Parlamento Regional se ha reducido a CERO asientos. Una hecatombe que adelanta lo peor.
La intervención de un personaje atípico en la política, Edmundo Bal, abogado del Estado, suscitó todo tipo de simpatías a los ciudadanos madrileños. Parecía el candidato más normal. Defensor de una política de centro, Bal encarnó la moderación en un mar de crispaciones.
En cambio, su equidistancia bien puede confundirse con indefinición. Es cierto que es el único que ha hablado de hacer propuestas en vez de discutir con postureo.
Tampoco ha convencido mucho adelantar que quiere reeditar gobierno con el PP, que traicionó a C´s en Madrid, previa ‘traición’ de los naranjas en Murcia.
Todo ello causó un sinfín de dimisiones, transfuguismo hacia el partido de Isabel Díaz Ayuso, con un Toni Cantó desesperado por conseguir un carguito.
Y es que, cuando el partido está embarrado, ¿quién vota por el árbitro? Los errores de la dirección de Ciudadanos, la inopinada moción de censura murciana, la huida de personajes que han pasado por la política como una cerilla, han convertido a Ciudadanos en un espejismo.
Dura se antoja ahora la tarea de reconstrucción de un espacio político tan útil como necesario. Un verdadero vergel, el centro, para los partidos tradicionales. El centro encarnado en C’s sobrevive en cualquier caso a nivel nacional… al menos durante los próximos meses.
Con todo, este rockero y motero ha sabido transmitir cierto sosiego en un clima extremadamente tenso por las peleas de Vox con Podemos, y viceversa.
Muchos ciudadanos de Madrid han querido premiar en cierto modo ese espíritu y concordia que representaba Bal, al menos eso parece. Pero no han sido suficientes. De él, y de la dirección del partido, va a depender que Ciudadanos desaparezca, subsista o se recupere.