Los balancines, los toboganes, los tiovivos son gratificantes recuerdos de la infancia, pero, también, útiles herramientas para divertirse en lugares donde resulta insospechado: la frontera de México y Estados Unidos, con un muro metálico que separa las localidades de Ciudad Juárez y El Paso.
Quo nos desvela que dos profesores universitarios, Ronald Rael, de la Universidad de California, en Berkeley, y Virginia San Fratello, de la Universidad Estatal de San José, idearon cómo utilizar el muro como soporte para balancines. Se basaron en un proyecto de hace 10 años.
Todo un éxito. Niños y adultos comenzaron a llegar en masa para compartir el juego y divertirse sin importarles el muro, ni la vigilancia ni las armas cercanas.
Rael lo explica así: “Es una de las experiencias más increíbles de mi carrera. El muro se convirtió en un punto de apoyo literal para las relaciones entre Estados Unidos y México y los niños y adultos se conectaron de manera significativa en ambos lados reconociendo que las acciones que tienen lugar en un lado tienen una consecuencia directa en el otro”. De paso, un zasca a Donald Trump.