«Conservar nuestra memoria», por Carolina Gutiérrez.

De las cosas que nos hace más vulnerables a los seres humanos la enfermedad y la pérdida de memoria ocupan una posición muy relevante. En el fondo la pérdida de memoria severa no deja de ser otra enfermedad, prácticamente irreversible y que nos conduce muchas veces a nuestras etapas más iniciales de desarrollo: volvemos a ser casi recién nacidos, que sumidos en una absoluta vulnerabilidad precisamos de la ayuda de otros para todos los quehaceres diarios. Revisar ese álbum de fotos cargado de recuerdos y que forma nuestra memoria y ser incapaces de reconocer a nadie en ninguna de ellas.
Una de las manifestaciones clínicas más relevante asociada a la pérdida de memoria la constituye la enfermedad de Alzheimer, sin embargo podemos encontrarnos con otras patologías neurológicas en las que la memoria a largo plazo también se ve afectada.
En este sentido, investigadores de la Universidad de Columbia en Estados Unidos han llevado a cabo un importante estudio en el que han sentado las bases de la maquinaria molecular implicada en el mantenimiento de los recuerdos a largo plazo. Dicho estudio realizado en modelos de ratón y publicado en la prestigiosa revista Proceedings of the Nacional Academy of Science (PNAS) abre las puertas a un conocimiento más complejo de los aspectos más importantes para el desarrollo de las funciones básicas del cerebro.
Estos hallazgos arrojan una luz de esperanza permitiendo a los neurocientíficos fijarse nuevos objetivos experimentales para el estudio de una buena parte de las enfermedades neurodegenerativas.
La creación de un recuerdo requiere de conexiones entre las células llamadas neuronas y que se comunican entre sí mediante unas ramificaciones denominadas axones. Estas comunicaciones se denominan sinapsis nerviosas y pueden ser más fuertes o más débiles. Las sinapsis fuertes se asocian con un mantenimiento más duradero de los recuerdos. La pérdida de esta fortaleza se traduce en una pérdida progresiva de estos recuerdos creados.
Evidentemente como todo proceso biológico que se precie, estas conexiones requieren de una serie de factores celulares y moleculares que contribuyen a los mismos. Hace ya algunos años otro grupo de científicos demostró que había una proteína denominada CPB3 que jugaba un papel importante en este fortalecimiento de las sinapsis, de hecho en los modelos en los que anulaban la producción de esta proteína, los recuerdos se iban perdiendo poco a poco. Este trabajo también se realizó en ratones pero cabe destacar que en humanos podemos encontrar una proteína homóloga y con la misma función. De hecho este estudio sirvió de base para el que han desarrollado actualmente estos neurocientíficos de Columbia.
Si bien ya se habían sentado las bases de la importancia de la proteína CPB3 este otro ensayo ha demostrado que dicha proteína debe almacenarse correctamente tras su producción, con el fin de mantenerse intacta para su posterior misión en el centro principal de la memoria, el denominado hipocampo.
El funcionamiento consistiría en un proceso secuencial en el que tras la producción de la proteína CPB3 en el centro de la neurona, esta proteína sería transferida y almacenada en unas estructuras que se denominan cuerpos P, donde la proteína estaría inactiva y preservada para su posterior actuación. Cuando el animal (ratón) sufre una determinada experiencia y quiere guardar un recuerdo de la misma, el cuerpo P con la proteína CPB3 se dirigirían desde el centro de la neurona hasta la rama denominada axón que se comunicará con otra neurona próxima creando una sinapsis nerviosa. En ese momento el cuerpo P se desintegra, la proteína CPB3 queda libre pero activa y se encargaría de reforzar esta sinapsis y por tanto ayudando a mantener ese recuerdo para que perviva en nuestra memoria a largo plazo.
Probablemente conservar nuestra memoria no dependa solo de este fortalecimiento sináptico vía CPB3, la biología siempre suele ser más compleja, pero el conocimiento de su papel y forma de actuación abre las puertas a futuras terapias en enfermedades neurodegenerativas enfocadas en esa vía.
La ciencia y sus avances irán poco a poco completando el puzzle para que en un futuro no muy lejano esas fotografías no se vuelvan borrosas y alcancen la suficiente nitidez para permanecer en nuestra memoria.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *