“Conseguir un corazón a buen ritmo”, por Carolina Gutiérrez Montero.

Carolina Gutiérrez Montero.

Carolina Gutiérrez Montero. Investigadora biomédica.
Sufrir un infarto agudo de miocardio, no es ninguna tontería. En la mayor parte de los casos tratados a tiempo pueden no condicionar en exceso nuestra vida, pero en ocasiones son de mayor complejidad, pueden precisar de un trasplante o llevarnos a la muerte.

En Estados Unidos se calcula que cada 40 segundos tiene lugar un ataque al corazón, mientras que en España la cifra es de unos 16.000 fallecimientos al año a causa de los mismos. Se sabe que una de las medidas más eficaces para conseguir actuar a tiempo en caso de un infarto que se acompañe de una parada cardiaca, es el disponer de desfibriladores en lugares públicos y de fácil acceso para poder actuar de manera inmediata. Desgraciadamente si las paradas cardiacas se dan a una distancia superior a cinco minutos de un centro hospitalario, las posibilidades de recuperación se ven altamente disminuidas.

De los infartos no nos libramos ni hombres ni mujeres y como les decía al principio, la magnitud del mismo va a determinar considerablemente el pronóstico. En el mejor de los casos, si el daño que se ha producido en los cardiomiocitos (células musculares cardiacas) no es muy alto, el paciente con un tratamiento farmacológico adecuado y una serie de medidas en cuanto a su alimentación, actividad física… puede llevar una vida prácticamente normal.

El problema se produce cuando el daño en el corazón es muy elevado: los cardiomiocitos se ven muy afectados, mueren y esa región del corazón, ese tejido no volverá a regenerarse ni a funcionar. En estos casos la situación es incompatible con la vida porque el corazón no puede latir y tenemos que recurrir a un trasplante cardiaco.

Y aun siendo España uno de los modelos mundiales a seguir en el campo de los trasplantes, con las mayores tasas de donación y con equipos médicos de trasplante fascinantes, no hay corazones para todos. Muchos pacientes mueren en lista de espera sin conseguir que llegue ese ansiado órgano.

Una alternativa que se plantean algunos científicos es conseguir crear corazones artificiales humanos. Para ello en algunos laboratorios están trabajando desde la medicina regenerativa con el objetivo de utilizando elementos biológicos conseguir crear corazones humanos. Para ello se necesita conseguir crear cardiomiocitos potentes y con capacidad de soportar correctamente el latido cardiaco sin romperse.

En este sentido hay varias estrategias que ya están siendo probadas por diferentes grupos entre las que podemos destacar aquellas que se basan en la tecnología de impresión 3D, aquellas que implican la modificación in situ de las células dañadas y las quimeras entre el cerdo y el hombre.

Cabe destacar el excelente trabajo previo que llevó a cabo el Dr. Fernández-Avilés, jefe de cardiología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón quien junto a su equipo en el año 2010 consiguió a partir de células madre diferenciadas la creación de cardiomiocitos humanos. El problema fue que pasados 21 días estas células no aguantaron y dejaron de latir.

Actualmente este grupo está trabajando con la impresión 3D de cardiomiocitos. El problema que presenta la creación de estas células por impresión es que se mueren muchas durante el proceso y que son unas células muy delicadas que necesitan de unas condiciones muy estrictas para lograr una correcta supervivencia.

La mejora en la técnica de este tipo de impresión está consiguiendo que a partir de diferentes tipos de células y de una serie de biomateriales que están encargados de dar el apoyo estructural adecuado, se puedan crear con mayor precisión células cardiacas. El problema que viene después será conseguir que todas las células actúen de forma conjunta tocando como una orquesta perfecta, soportando el latido y manteniendo el ritmo.

Hasta el momento lo que se ha conseguido es crear parches de cardiomiocitos para cubrir la zona dañada tras un fallo cardiaco.

Otro avance que merece la pena tener en cuenta está basado en la reparación in situ de las células cardiacas que están muertas y la sustitución por otras en buen estado. La idea sería que a partir de una serie de sustancias capaces de degradar todas las células de un corazón enfermo, dejemos solo la matriz o el andamiaje sobre el que se sostienen las mismas. Sobre esta estructura se irían incorporando células que además verían beneficiado su crecimiento y funcionalidad gracias a que esta matriz conservaría todo el entramado vascular necesario para el correcto funcionamiento.

Hasta el momento estos experimentos solo se han llevado a cabo en cerdos en los que manteniendo la matriz cardiaca del animal sobre ella se han ido incorporando células cardiacas humanas, que son las que se deben poner a actuar conjuntamente como la orquesta perfecta. Aquí lo que ocurre es que tenemos que incorporar un problema añadido y es el del rechazo ya que este tipo de corazones contaría en su matriz con células de cerdo lo que se asociaría con el inevitable rechazo inmunológico que habría que salvar de alguna manera.

Y por último y también con una base en los cerdos tenemos las quimeras entre cerdo y hombre, entendido el quimerismo como la situación en la que se da de forma conjunta en un mismo organismo material genético de dos individuos diferentes. Estos trabajos han sido llevados a cabo principalmente por el grupo del Dr. Juan Carlos Izpisúa Belmonte, científico español que trabaja en el Instituto Salk de Estados Unidos y que ha creado quimeras entre el cerdo y el hombre con el objetivo de la regeneración de órganos.

Los cerdos son manipulados genéticamente durante el desarrollo embrionario para que no desarrollen determinados órganos y en el lugar de estos se introducen células madre humanas para que den lugar a estos órganos específicos. De esta manera, en el caso de los corazones, lo que supondría es que en los cerdos se pudiesen desarrollar de forma natural corazones humanos. Esta técnica no obstante ha llevado a muchos científicos a hacerse planteamientos éticos acerca de si el hombre en su beneficio va a empezar a generar granjas que se conviertan en auténticos criaderos de cerdos que desarrollen corazones humanos listos para ser trasplantados cuando sea necesario.

Seguramente estamos aún lejos de que cualquiera de estas técnicas sea una realidad, pero mientras tanto abren una vía de esperanza sobre la que merece la pena seguir trabajando. Confiemos en el buen hacer de los científicos y en sus investigaciones, que sin lugar a dudas terminarán por conseguir corazones bioartificiales humanos. Luego todo depende de que la orquesta toque a buen ritmo.

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