“Volvamos al trabajo”, dijo Mike Pence para reanudar una sesión en el Congreso de Estados Unidos y ratificar los resultados electorales del 3 de noviembre. Así, se confirmó a Joe Biden como presidente electo y sólo queda que jure su cargo el próximo 20 de enero.
La noche anterior, miles de partidarios de Donald Trump asaltaron el Capitolio manteniendo secuestrada durante tres horas la sede del Poder Legislativo estadounidense. Al reanudarse la sesión en el Congreso, Pence envió un contundente mensaje: “no han ganado”.
A las 02:00 hora española, las 20:00 horas, hora local, los representantes pudieron volver a la Cámara, eso sí, escoltados por las fuerzas de seguridad. De seguido, ratificaron a Biden como presidente.
El asalto al Capitolio abre una enorme fisura, brecha, en el Partido Republicano. Personas del círculo más cercano a Trump dimitieron en cascada. El futuro ex jefe del Estado, pese a ello, insistió en el fraude electoral. Sin embargo, varios senadores que habían decidido no certificar los resultados electorales dieron marcha atrás.
Lindsey Graham, senador republicano por Carolina del Sur, sentenciaba: “no contéis conmigo. Suficiente es suficiente”. A renglón seguido se negó a apoyar la objeción a los resultados en Arizona.
Tampoco lo hizo Mitt Romney, senador por Utah, ni Kelly Loeffler, senadora por Georgia, una de las mayores defensoras de la impugnación de los resultados.
Incluso Mitch McConnell, líder republicano en el Congreso, se manifestaba a favor de la ratificación de Biden, al igual que el vicepresidente. “Completaremos el proceso de la forma correcta. Seguiremos nuestros precedentes, nuestras leyes y nuestra Constitución al pie de la letra, y certificaremos al ganador de las elecciones presidenciales de 2020”, zanjó.
Por su lado, Nancy Pelosi (demócrata), la presidente de la Cámara de Representantes, aseguró: “no seremos desviados de nuestro deber”. Uno de los asaltantes al Capitolio entró en el despacho de Pelosi y se fotografió con los pies sobre la mesa de la tercera autoridad del país.
Así las cosas, Trump pliega velas no sin antes insistir en que no acepta los resultados. En cambio, se compromete a una “transición ordenada”. “A pesar de que estoy totalmente en desacuerdo con el resultado de las elecciones, y los hechos están de mi lado, sin embargo, habrá una transición ordenada el 20 de enero. Siempre he dicho que continuaríamos nuestra lucha para asegurar que solo se contaban los votos legales”, bramó.