Los chinos recomiendan ponerse mascarilla… ¡en casa!

Los chinos recomiendan ponerse mascarilla... ¡en casa!

Ríos de tinta y cientos de minutos de televisión nos han hablado de las recomendaciones de cuándo ponerse mascarilla contra la propagación del coronavirus. Al principio, nos dijeron que no era imprescindible usar este protector.

Luego nos contaron que sólo debían usarlo aquellos que estuvieran en contacto con personas contagiadas y los propios infectados para proteger a los demás. Lo penúltimo, hacer obligatorias las mascarillas, incluso en espacios públicos.

Es lo penúltimo porque un estudio publicado en la revista British Medical Journal es la última recomendación surgida de cuándo ponerse mascarilla. Lo más sorprendente es que deberíamos usarla también en casa.

El asunto no carece de trascendencia. Científicos chinos bajo el liderazgo de Yu Wang, del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Pekín, sostienen que usar mascarillas en casa puede reducir un 79% el riesgo de contagio. Sobre todo si uno de los miembros de la familia presenta síntomas.

La Organización Mundial de la Salud todavía no se ha pronunciado a ese respecto. Sin embargo, muchos datos parece que demuestran que una mayor parte de los contagios entre personas se produce dentro de la familia. Sobre todo los recogidos en China. Allí, el periodo de estudio es más amplio.

Para llegar a esas conclusiones, los investigadores llevaron a cabo encuestas epidemiológicas a 460 personas de 124 familias de Pekín. Cada una de ellas tenía un miembro de la unidad familiar diagnosticado de Covid-19 entre finales de febrero y finales de marzo.

La investigación se centró en la evolución y los hábitos de conducta de todos aquellos que habían convivido con los contagiados desde cuatro días antes o, como mucho, 24 horas después de haber presentado los primeros síntomas.

Se estudió si ponerse mascarilla en casa redujo el riesgo de contagio

En 41 de las familias se había producido al menos una transmisión secundaria, resultando que 77 adultos y niños se contagiaron. El porcentaje de personas que contrajeron la enfermedad durante un brote en una población dada fue del 23%. Un tercio de los niños y dos tercios de los adultos que participaron en el estudio acabaron contagiados cuando éste terminó.

En la investigación también se introdujo el uso de mascarillas, geles hidroalcohólicos, ventilación de las casas y mantenimiento de la distancia social. Utilizar a diario desinfectantes, mantener la distancia social también en el hogar y ventilar la casa reducen el riesgo de contagio.

En cambio, algunos aspectos incrementan con claridad el riesgo. Por ejemplo, si el primer paciente presenta diarrea, el riesgo de contagio a los demás miembros de la familia se multiplica por cuatro. Cuando ven juntos la televisión o comen, el riesgo se multiplica por 18, algo que no sucede si se aisló al paciente inicial.

Asimismo, el uso de lejía reduce la posibilidad de contagio en un 77%. Ponerse mascarilla en casa antes de que aparezcan los primeros síntomas lo hace en un 79%. La cuestión es si realmente es necesario el uso de mascarilla en el hogar si no hay ningún miembro con síntomas.

El estudio adolece de algunas debilidades. Por ejemplo, se llevó a cabo con encuestas telefónicas, ni hay toma de datos consolidables acerca del tipo de desinfectante empleado. Tampoco si se utilizó algún tipo de protección de la cara.

Lo que sí resulta indudable es que el mayor riesgo de contagio en el hogar se produce en las fases asintomáticas de la enfermedad. De ahí que pudiera ser recomendable ponerse mascarilla también en casa.

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