“China reclama su supremacía estratégica en el mundo”, por Francisco Villanueva Navas.

Francisco Villanueva Navas.

Francisco Villanueva Navas · @FranciscoVill87. Economista y periodista financiero.
La batalla de la superpotencia comunista ha empezado; China rechaza la supremacía estratégica de EE.UU. en las relaciones económicas globales según se ha puesto de manifiesto en la reunión en Anchorage, Alaska, entre el secretario de estado norteamericano Anthony Blinken y el asesor de seguridad Jake Sullivan (ambos progresistas demócratas) con la máxima figura en materia de política exterior china, Yang Jiechi, miembro del buró político del Partido Comunista acompañado por el canciller Wang Yi, realizada a finales de marzo ante la prensa mundial, que fue un punto de inflexión en la relación de las dos superpotencias, que significa esencialmente que la República Popular no acepta más la primacía estratégica de EE.UU. como ocurría con el presidente Donald Trump, y que ahora reclama e impone una paridad absoluta con la potencia estadounidense, lo que equivale a condiciones de igualdad plena a partir de este momento. La conclusión a extraer de la reunión de Anchorage es inequívoca: se ha modificado en sus raíces la ecuación básica del poder mundial en el siglo XXI.

El encuentro de Alaska comenzó con duras críticas de Blinken y Sullivan a la República Popular por la situación de Hong Kong, Xianjing y Taiwán; y la respuesta de Yang Jiechi fue inmediata y terminante: “EE.UU. no está calificado para dirigirse a China en esos términos desde una posición de fuerza; y ante todo esperamos que mejore su conducta en la cuestión de los derechos humanos, que no emergen sólo de los últimos 4 años, como lo indica la aparición del movimiento ‘las vidas negras importan’ (“Black livesmatters”), sino que proviene de una larga historia que se remonta a más de 100 años”.

Agregó la mano derecha de Xi Jinping en la política exterior china “…que EE.UU. no representa la opinión pública internacional, y tampoco lo hace el mundo occidental”.

Pero lo asombroso fue que Yang Jiechi contrapuso la legitimidad del gobierno chino conducido por el Partido Comunista, a la profunda fractura y extrema polarización que experimenta el sistema norteamericano después de las elecciones del 3 de noviembre pasado, que hace que en este momento la mitad del electorado estadounidense desconozca la legitimidad del presidente Joe Biden, como quedó de relieve por la irrupción de violencia en el Capitolio de Washington el 6 de enero de este año.

Frente a esto Yang Jiechi presentó diversas encuestas realizadas en China por las principales consultoras norteamericanas, que muestran que la legitimidad del sistema gobernante es probablemente la más elevada de los sistemas políticos actuales, con niveles de aprobación de 90%/95% del total. Todo esto ante la prensa internacional y el evidente silencio e incomodidad de la representación norteamericana.

Las cifras del empleo de EE.UU. en el mes de marzo ratifican que la potencia estadounidense experimenta un boom económico extraordinario; y que esto se debe a que la economía se abre y se normaliza como consecuencia del gigantesco proceso de vacunación masiva de su población.

El promedio de vacunación diaria en EE.UU. en las últimas dos semanas abarcó a más de cuatro millones de norteamericanos, con un total que ya asciende a más de 160 millones, y que treparía a este ritmo a 300 millones en abril/junio de este año. El resultado es que el número de infectados ha disminuido casi 2/3 en los últimos cuatro meses y la tasa de letalidad que afecta sobre todo a la población más vulnerable de 70 años o más prácticamente se ha derrumbado; y esto se ha hecho con vacunas – Pfizer, AstraZeneca, Moderna, y ahora Johnson & Johnson – que tienen niveles de efectividad de 95% o más.

Por su parte los datos del empleo en marzo son los siguientes: se crearon 916.000 puestos de trabajo (fueron 468.000 en febrero), que son casi 300.000 más de los previstos por Dow Jones (675.000). Esto implica que la desocupación es del 6% – la caída más rápida desde agosto de 2020 -; y que a este ritmo el nivel de desempleo sería 4,3%/4% a fin de año, solo un punto por arriba del récord histórico de 3% logrado por Trump en diciembre de 2019.

La pandemia desatada en el segundo trimestre de 2020 fue un shock absolutamente externo al proceso de acumulación estadounidense, cuyos indicadores fundamentales – productividad, innovación, inversión – se encuentran intactos.

La economía norteamericana ha crecido más de 4% anual en el primer trimestre de 2021, con un nivel de aumento de la productividad de 3% por año, que es consecuencia del vuelco hacia el teletrabajo y al comercio por Internet, que abarca ya a más 150 millones de trabajadores estadounidenses altamente calificados. Una auténtica revolución industrial anticipada en el tiempo.

El problema de EE.UU. no es económico sino excluyentemente político. Esta es la mayor crisis de la historia norteamericana desde la guerra civil de 1861-1865; y esta es la causa esencial de su extraordinario debilitamiento internacional, como quedó de relieve, arquetípicamente, en la escena histórica de Ancorage, Alaska del 23 de marzo.

Todo indica que esta crisis, de profundo enfrentamiento interno en todos los planos sin excepción, que es esencialmente de legitimidad, se exacerba en los próximos 4 años, que son los del presidente demócrata Joe Biden; aunque hay síntomas de debilitamiento de las posiciones extremas que pueden facilitar el fin de la crispación, tan torticeramente utilizada por la extrema derecha estadounidense.

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