Casado jubila a la vieja guardia

Casado jubila a la vieja guardia

Comienza el nuevo año y el PP de Pablo Casado necesita un renovación, ir sustituyendo a la vieja guardia por sabia nueva leal al líder. Y en ello se ha puesto manos a la obra desde hace un tiempo. Se impone un talante actualizado para resultar más competitivos electoralmente.

Sin embargo, entre los ‘jefes’ territoriales, en su mayoría de esa vieja guardia, no está gustando mucho el modo en que se está llevando. Desde Génova están acaparando poder e imponiendo un nuevo modo para esa renovación.

Casado utiliza mucho ese término, “renovación”, que en clave de marketing suena muy bien, pero en clave interna provoca ciertos recelos. Desde que llegó a la presidencia del PP, está reformando todas las estructuras orgánicas del partido.

Según parece, quiere limpiar todo lo que ‘huela’ a ‘marianismo’ e incluso a ‘aznarismo’. La rentabilidad electoral de ambos modelos ha caducado y pretende ir haciendo calar el ‘casadismo’.

Con ese propósito, su intención es ir colocando en puestos ejecutivos de las Comunidades, provincias y localidades, así como en todos los Parlamentos todo un ejército de nuevas caras. Unas tropas leales más acordes y compenetradas generacionalmente y en sintonía con su proyecto renovador.

Eso sí, bajo el control de Génova, sin discusiones internas y, sobre todo, al ordeno y mando de la Ejecutiva nacional. Para ello, trata de zafarse, incluso, del proceso estatutario de la formación conservadora.

Según éste, el calendario pasa primero por la celebración de los congresos regionales y, posteriormente, los provinciales. Pues bien. Casado ha impuesto una suerte de blindaje de su propio calendario.

Así las cosas, primero se procedería a prejubilar a la vieja guardia en los congresos provinciales y a partir del próximo otoño los en los congresos regionales.

La vieja guardia se queja de las prisas y los modos

De acuerdo con el sistema de elecciones interno, habrá primarias entre los afiliados y, a continuación, una elección entre los compromisarios. Eso, si no hay una lista única.

Los barones no ven con buenos ojos esa táctica y protestan por las prisas que tienen en Génova por celebrar los congresos provinciales. Además, alertan de que donde se está gobernando hay que negociar con las autonomías.

Incluso, cuestionan la limpieza de esos congresos que, por fuerza del coronavirus, se desarrollan por vía telemática, con escasas garantías democráticas y escasa repercusión social.

Nadie duda de quiénes serán los presidentes regionales en las comunidades donde gobierna el PP. Salvo en Madrid, donde la tradición es otra, son los jefes de los Gobiernos regionales quienes presidirán el partido autonómico. Pero Casado está decidido a la renovación.

En ese contexto, los barones, que son de la vieja guardia, insisten a la Génova en que fechas y candidatos tienen que negociarse con ellos. De este modo, se evitan tensiones y proyectar una imagen de división que, ahora, es poco o nada oportuna.

A eso añaden que la renovación en esas plazas debería hacerse cuando se haya superado la epidemia.

Entretanto, en Valencia, un castillo fuerte, no han sentado nada bien ni las prisas, ni las maneras ni el ritmo pretendido por la dirección nacional. Mientras, en Galicia, Alberto Núñez Feijóo ha echado el freno, imponiendo su criterio. A su vez, en Andalucía saben que el aparato nacional tiene poco margen de maniobra sin la opinión del referente territorial.

Allí donde el PP gobierna en coalición sucede algo similar. Mientras, en el resto, donde es oposición, se va tejiendo un entramado que permita el control desde Génova. Bajo el marketiniano término de la “renovación”, Casado va colocando a sus peones.

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