Las palabras de Isabel García Ayuso, la presidente de la Comunidad de Madrid, siguen trayendo cola, y es ahora Pablo Casado, líder del PP, quien sale en su defensa. Bueno, en su justificación, más bien. “Ella me ha dicho que reivindicó la concordia constitucional y criticó una frase que Rita Maestre dijo al asaltar una capilla en la Universidad Complutense”, ha señalado el dirigente popular.
“Arderéis como en el 36”, supuestamente dijo Maestre en marzo de 2011 en una capilla. Casado invitó a los periodistas congregados a revisar la hemeroteca: “Pueden hacer uso de la hemeroteca para saber quién dijo esa frase; la señora Ayuso solamente la repitió”, dijo.
¿Solo la repitió? No sólo no la repitió, sino que la extrajo del contexto, trasladó unos hipotéticos delitos a los socialistas y se aprovechó para meterlo en un discurso incendiario, de mal gusto, barriobajero y tendencioso. Todo ello, al margen de su demostrada sabiduría de la Historia de España que escribieron los vencedores de la Guerra Civil.
Bastaba ver su gesto de gloria, con una pretendida mirada pícara, malintencionada, como queriendo decir ‘¿a que soy la más lista de todos? ¿Veis que superinteligente e ingeniosa soy?’ Lo mismo va a resultar que en realidad quiso cumplir con aquello que dijo Oscar Wilde: “Lo único peor a que hablen mal de ti es que no hablen de ti”. No, Ayuso no llega a tanto, pensándolo bien.
Con todo y con eso, sí ha conseguido que se hable de ella, sobre todo para calificarla de todo menos de bonita. Ni siquiera se puede decir que Casado haya hecho una defensa enfervorizada.
El hecho de que haya querido evitar responder a si las palabras de la presidente madrileña han suscitado “polémica” en el seno del partido dice más de lo que parece y Casado está incómodo con ello. Echar balones fuera, con lo de la hemeroteca, tampoco lo deja a él en buen lugar.
Ayuso es una » listilla señorita ultraderechista» que ha mostrado su lado ultraderechista y Casado es otro ultraderechista que no quiere que lo califiquen de lo mismo. El PP es un nido de la ultraderecha moderna europea, que quiere alejarse de los postulados de Vox para no perder votos de los votantes de la derecha que no son de la ultraderecha, pero que realmente son tal para cual.
Quemar, por ejemplo, la Mezquita de Córdoba sería un acto de vandalismo por su valor cultural no porque se estuviera dañando una propiedad ajena. Pertenece al Patrimonio Nacional y ha sido robada por la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana.