Editorial “Puertas abiertas”

La política de puertas abiertas, aquella que deja un lugar posible para hacer las cosas bien y para rectificar aquello que fue erróneo, debe formar parte del cuaderno de bitácora de la política inteligente.
Una vez Felipe González me pidió que rectificara una declaración errónea que hice. Un tema sin la mayor importancia y que yo reconocí que me equivoqué en un detalle. Le respondí que no tenía la menor importancia como para hacer una declaración que rectificara una particularidad tan pequeña. Me respondió: “El problema no es cuando se mete la pata, sino lo que se tarda en sacarla”.
Puigdemont estudia presentarse en el Senado y defender personalmente las alegaciones relativas a la aplicación del artículo 155. Así lo ha anunciado JxSí en la Junta de Portavoces de la Cámara Alta.
Similar a la actitud de Ibarretxe (sólo similar), Puigdemont tiene la puerta abierta para asistirse de las instituciones en la defensa de su verdad, de su posición y de sus planteamientos. Debe tener la puerta abierta, no sólo del Senado, sino de todas las instituciones, de la política en su conjunto y, sobre todo, de nuestras propias mentes.
Los españoles llevan semanas escuchando la letanía y la obviedad de que todos debemos acatar la ley. Pero, al mismo tiempo, hay que abrir las puertas para que entre la razón, salga el disparate o simplemente corra el aire.
El empecinamiento del Partido Popular puede llevarnos a una situación muy incómoda, donde no se le permita a Puigdemont justificar desmontar su propia temeridad. Sólo abriendo puertas puede lograrse que alguien entre o que alguien salga. Que algo entre o que algo salga.
Por cierto, aunque el tema fuera menor, rectifiqué siguiendo los consejos de Felipe.